- No los culpes, les pedí que custodiarán la puerta principal, Fiore entro posiblemente por la trasera o la de empleados.

- ¿Sabes qué significa eso? ¡Que hay un idiota de tu personal involucrado en esto!

- Te prometo que lo averiguaré.

- Yo me encargo de eso, cuando tomes algo, un arma, o lo que sea, no me lo ocultes.

- Escucha Bruno – sueno directa. – Yo ya no soy la chica ingenua y estúpida que llego a tu mansión, hace más de cuatro meses. Soy tu esposa, y no voy a dejar que ese tipo, ni nadie, nos separe, hemos pasado por mucho para llegar hasta acá.

- Camila esto es diferente, él no es un idiota como Maksim. Y tú no tienes ni un poco de idea de lo que hace. Así que.. – lo beso profundamente, callando cualquier cosa que me vaya decir.

- Te quiero vivo. Te quiero a mi lado. Y es por lo que estaría dispuesta a luchar. Solo por esta noche olvidemos los problemas y los malditos errores que nos persiguen, y seamos nosotros. Dos humanos que se aman y que merecen ser felices.

- No me van esos sitios – dice con una mueca.

- Es de Giorgio.

- Con mayor razón.

- Le diré que sí. ¡Iremos!- le grito a Giorgio desde allí y él hace un gesto con su mano aprobando lo que acabo de decir.

- Te sigo a estos planes cuando los odio.

- Nadie te obliga, iré sola con ellos.

- Ni de coña.

- Sabía que dirías eso. Muy bien, vete, estas muy elegante hoy, más de lo habitual ¿A dónde vas? – digo acomodando su corbata.

- A las empresas, como un hombre normal.

- Eres un hombre normal, no te veo ningún defecto – digo riéndome.

- Sabes que no es así. Quiero cambiar.

- Yo no quiero que lo hagas, sigue siendo tú, solo tú. Me reuniré con Laurent esta tarde dijo que tenía que decirme algo.

- Va bene te llamaré.

- Los acompaño a la salida.

Acompaño a los tres a la salida del hotel, pero hay unos niños justo al lado del auto de Mishenka.

- ¡Esta bañado en oro! – grita uno de ellos allí. - Rapido una foto.

- ¡Fuera de mí auto!- grita Mishenka.

- Dios, hombre esto si impresiona a las chicas.

- Lo que impresiona a las mujeres es un caballero – responde Bruno.

- ¡Largo mocosos!- dice Giorgio.

- Tu estas envidioso porque el tuyo es un Lamborghini vino tinto nada mas, es ese ¿verdad?- señala uno de los niños.

- ¿Ah si? Deberías ver los otros trece que tengo en mi casa en Venecia. Tú 0 autos, yo 13, gané.

Me carcajeo con todo.

- Son solo niños – les digo

- Odio los niños – responde Giorgio. - Son fastidiosos.

- Adiós amore – me dice Bruno.

- Adiós cariño.

Los tres suben a sus autos y desaparecen, mientras entro con Fausto. Amos ahora se quedara en la entrada y el otro me seguirá. Por la tarde me reúno con Laurent en la cafetería del hotel la puedo ver triste y sentada mirando a la nada.

Pasión Italiana (Ya en Físico)Where stories live. Discover now