Capítulo 11

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Rihanne estaba en su casa, si es que aquella caravana en donde vivía se le podía llamar casa, cuando la puerta se abrió y oyó una risas. Suspirando, cerró la revista que leía y observó la entrada. "Por favor, ahora no" suplicó para sí pero sus súplicas no fueron escuchadas y su madre entró por la puerta seguida de un hombre de unos sesenta años por lo menos de apariencia, muy bien ataviado y con una mirada lasciva que no pasaba desapercibida. La mujer se encontró de frente con su hija y sin dejar de sonreír le dijo:

— Cariño, no sabía que estuvieses aquí...

— Como si tuviera otra parte a donde ir— bufó la joven.

— Qué chica más bonita— enarcó la ceja el hombre, observando a la joven de arriba abajo, a ella le dieron escalofríos.

— Es mi hija, querido...— dijo la madre de Rihanne— enseguida se va, ¿verdad, cariño?

La joven fue a contestar pero el hombre se le adelantó.

— ¿Y no podría quedarse con nosotros? Podríamos tomar algo todos juntos— los ojos de Rihanne se abrieron como platos.

— Eres muy amable, querido, sobre todo porque has traído un vino exquisito.

— Todo es poco para ti— sonrió a la mujer dándole una palmadita en el trasero. Rihanne se levantó al instante.

— No puedo creer que tenga que aguantar esto siempre.

— ¿A qué refieres, hija? Sólo está siendo amable contigo.

— No se preocupe...— murmuró el hombre y se acercó a la joven— espero que le tiente el chocolate, he traído también bombones— le enseñó la caja que llevaba y cuando Rihanne bajó la mirada pudo notar como la estudiaban esos ojos, como si estuviese en un matadero y decidiera qué pieza tomar para la cena o más bien si era la adecuada como pensaba. La joven se alejó un poco mirando a su madre— vamos preciosa, coge la caja y participa en el brindis.

— Yo como que prefiero irme...— intentó salir pero el caballero se le colocó delante.

— ¿Es que no te gusto?— habló bajo como intentando que la mujer no lo oyera.

— ¡Cariño! Se me está enfriando el cuerpo...— dijo la mujer con voz cantarina. El hombre miró por encima de su hombro.

— ¿Y si nos divertimos los tres?

— Eres un pervertido, querido, mi hija no está metida en el negocio— dijo la mujer riéndose.

— Por supuesto que no, así que si no le importa...— Rihanne lo apartó prácticamente de un empujón y se dirigió a la salida— que tengáis un buen rato— dicho esto cerró de un portazo la puerta de la caravana— maldita sea... ¿es que tendré que soportar esto toda mi vida?— murmuró la joven con rabia contenida caminando con prisas, quería alejarse de allí cuanto antes, esa mirada...— ¡qué asco! ¿Cómo puede hacer eso mi madre? ¿Es que no tiene ojos?

Se dirigió al supermercado a comprar algunas cosas para la cena, ya que su madre estaba muy ocupada como para hacer algo semejante. Entró distraída y se topó de frente con alguien que salía.

— ¿Qué cojo...?— preguntó el chico pero no acabó la frase ya que al verla, bufó— vaya, siempre me topo contigo.

— Si toparse puede compararse con encontrarse o quizás me andas siguiendo...— repuso ella con retintín.

Entre BandasWhere stories live. Discover now