Capítulo 32

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Dos días transcurrieron, al no tener noticias de Durfen, Baltazar comenzó una búsqueda y no tardaron en encontrar su cuerpo sin vida junto al de Hermy. La noticia fue casi imposible de creer, ambos cadáveres fueron llevados a Hasten, pues Zareth debía decidir qué hacer con ellos.

Era demasiada responsabilidad, Baltazar se lo pensó mucho para darle la noticia, al menos el otro niño aún no tenía edad para entender, sin embargo, había estado llorando demasiado. En Hasten tenían todas las comodidades, incluso había personas encargadas de cuidar a Além, pero Zareth prefería no separarse demasiado de él.

Al final del día, Baltazar pidió al pequeño demonio que le acompañara durante la cena, el comedor estaba completamente solitario y Zareth entró con cierta desconfianza observando al mayor.

—Zareth, hay algo que debo hablar contigo, es delicado, por eso te pedí que vinieras. —comentó Baltazar señalando una silla a su lado.

— ¿Es sobre mis padres? —preguntó el menor, su mirada era firme, no tenía ni una pequeña muestra de sentimentalismos en ese momento.

—Sí, es sobre...

—Han muerto, lo sé. —dijo finalmente. —Lo sentí. ¿Encontraron sus cuerpos? Sé que hiciste una búsqueda.

Baltazar se sorprendió por la entereza del menor, era increíble que se mantuviera tan serio en un momento así, pero claro, quizá era como Durfen, ese demonio jamás mostró ninguna clase de sentimientos, tal vez era hereditario. Le explicó que podía ver los cuerpos y decidir qué hacer con ellos, después Zareth preguntó por el reino de su padre, sabía que había sido destruido, no tenían a dónde regresar, había heredado un reino en ruinas.

Por supuesto que Baltazar no pretendía echarlos al bosque, le ofreció protección y un techo, aún había algunos sobrevivientes de Varnow, sin mencionar que el lugar no estaba completamente deshecho. Algo se podía salvar.

—No creo que quedarnos sea buena idea. —comentó el niño, explicándose al notar que Baltazar le miraba sin comprender a qué venía eso. — ¿Acaso no tienes suficientes ocupaciones? Por cierto, felicidades por el nacimiento de tu hijo.

El mayor arqueó una ceja, la madurez de Zareth iba más allá de lo que su apariencia representaba.

—Zareth, seguramente sabes lo que pasó entre Durfen y nosotros. —dijo refiriéndose a sus hermanos y a él mismo. —Pero eso no es razón para que ahora tú cargues con todo lo que sucedió, sigues siendo un niño.

—Lo que pasó entre ustedes no es mi asunto, eso lo sé. —aseguró el pequeño tomando un pedazo de pan que estaba en la mesa. —No lo digo por eso, es por lo que ocurre contigo, tú inicias una familia y parece que no estás muy bien, puedo sentir tus emociones, al menos lo suficiente para entender que estás estresado.

— ¿Enserio? No sabía que los demonios de tu clase hacían eso.

—Mi padre no me lo heredó. —aclaró bajando la mirada.

Ahí estaba, un deje de tristeza asomó en su expresión, aunque casi enseguida volvió a la normalidad. Era un chico fuerte, seguramente había aprendido todo de Durfen, pero, había algo en él, quizá porque aún era un niño pequeño, no estaba totalmente desarrollada la frialdad que su padre poseía.

—Lo que ocurra conmigo tampoco debe importarte, ustedes van a quedarse aquí, aún no sabemos si lo que atacó a tus padres sigue ahí, ni siquiera podemos asegurar que no los busca a ustedes, y sobre todo Além necesita resguardo.

En eso el mayor tenía razón, Zareth tuvo que admitirlo y aceptar, asintiendo para dar a entender que estaba de acuerdo.

—Además, necesitas aprender muchas cosas si piensas gobernar Varnow en un futuro.

EL REY DE VARNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora