Capítulo 1.

738 193 214
                                    

Capítulo 1.

Entreabrió los ojos durante unos segundos mientras abandonaba, exaltada, las brumas de su sueño. Parpadeó unas cuantas veces hasta que la última silueta de su fantasía desapareció. Finalmente, y contra sus deseos, separó sus párpados y reveló un par de iris color ámbar que tardaron un rato en acostumbrarse a la oscuridad reinante. Tenía sueño y mucho frío pero el estruendo de la puerta siendo aporreada la había despertado y bien sabía ella que no volvería a conciliar el sueño hasta más tarde de medianoche, como desde hacía meses había acostumbrado a su cuerpo. Estiró los brazos tanteando su mesita de noche hasta dar con su despertador. Una vez con él en la mano se lo acercó al rostro y observó extrañada la hora: 3:47 am, apenas había dormido casi una hora y todavía le quedaban tres más antes de que el aparato sonara. Con un sobresalto, debido a un nuevo golpe en la puerta, dejó el despertador en su lugar y se levantó de la cama. Se colocó las zapatillas de invierno sobre sus calcetines para dormir y, cogiendo la manta que cubría su cama por las noches, salió de su habitación mientras se enrollaba entre sus pliegues estampados con raras formas geométricas.


Caminó por el estrecho y corto pasillo de su piso, apenas decorado con un par de fotografías de viajes de verano, atravesó el comedor, deteniéndose a colocar en la única mesa que había en toda la estancia, el cenicero repleto de colillas que peligraba sobre su sofá, y finalmente se paró delante de la puerta principal. Se recolocó mejor la manta sobre sus hombros para, a continuación, inclinarse un poco sobre la puerta y mirar por la mirilla. Ajustó su ojo derecho contra el agujero e, ignorando el marco que sus pestañas creaban contra su visión, se centró en visualizar algo en toda la negrura que era su portal. Al parecer su visitante no se había tomado ni un segundo de su tiempo en encender la luz del rellano y la posibilidad de detectar alguna sombra era una tarea difícil. Se forzó unos segundos más hasta que finalmente su vista se acostumbró, nuevamente, a la oscuridad y por fin pudo localizar dos sombras.


Ambas sombras eran corpulentas y altas, aunque la que se encontraba más atrás era apenas unos centímetros más grande que la primera. Aparentemente se trataban de dos sombras masculinas que, a juzgar por como se movía la más lejana de las dos de un lado al otro con las manos en los bolsillos de sus pantalones, estaban nerviosas. Apartó la cara de la mirilla después de una rápida segunda inspección y, con voz un tanto ronca debido al tiempo que llevaba sin hablar en voz alta, preguntó:


— ¿Quién es?


— Soy yo, Abby.— escuchó que decía la voz de su hermano mayor, un tanto amortiguada tras la puerta.


Agarró las llaves del llavero que había al lado del telefonillo y seguidamente desafechó la puerta, la cual cada noche cerraba con dos vueltas de llave. No porque estuviese paranoica y pensase que alguien entraría en mitad de la noche a robarle su mediocre televisión o su barata nevera, sino porque desde pequeña se había acostumbrado a ello en casa de sus padres y era una costumbre de la que no había podido deshacerse. Una vez la puerta estuvo abierta se abalanzó sobre su hermano, quien apenas consiguió mantener el equilibrio debido a la sorpresa.


— ¿Qué haces aquí?— susurró la muchacha contra el pecho de su hermano mientras éste le acariciaba su castaña melena. Dejó que la separara de su cuerpo y esperó, con una sonrisa sincera en el rostro, la contestación.


Hacía medio año que no tenía notícias de él, más concretamente, desde que la llamó una madrugada de junio anunciándole que se iba durante un tiempo a Italia con unos cuantos amigos a vivir nuevas experiencias y conocer nuevo mundo. Aún adormilada, puesto que en aquella época todavía no había sufrido su cambio de rutina nocturno debido a su trabajo y a los estudios, solo había atinado a pedirle algún souvenir bonito pensando que lo volvería a ver al acabar verano, no casi a principios de un diciembre tan frío como el de ese año.

IsolatoWhere stories live. Discover now