— Aquí estoy. Tuve un...problema con...la cremallera del pantalón. Saldré en un momento.

Ehan hizo una mueca, no estaba dispuesto a ayudar a su hermano con eso.

—Eh...está bien. Me encargare de los invitados— afirmo Ehan antes de alejarse de ahí sin imaginarse lo que estaba ocurriendo adentro de esa oficina. Pero tal vez eso era lo mejor. Era el día de su boda y debía estar totalmente concentrado en eso.

A unos kilómetros de ahí, se encontraba Hanna con la ansiedad embargándola mientras esperaba terminar de ser arreglada en la habitación de su casa. Ya estaba maquillada, peinada y con la ropa interior puesta debajo de una bata. Solo faltaba colocarse el vestido el cual andaban buscando sus damas.

Tenía mucho miedo de llegar a la iglesia y caerse mientras camina hacia Ehan; o peor, pisar su vestido y quedar en lencería frente a todos.

Sería una vergüenza demasiado grande. Era una boda enorme con más de mil invitados que estarían totalmente pendiente de ella. Pero debía acostumbrarse a la atención, sería la esposa de un Hilton así que de vez en cuando tendría que lidiar con periodistas y fotógrafos.

— ¡Aquí está el vestido!— dijo Amanda entrando a la habitación— estoy muy feliz, este vestido se ve totalmente fabuloso. Vas a dejar a todo el mundo con la boca abierta.

Paige entro detrás de Amanda, podía comprender a Hanna en ese momento debido a que ella ya lo había vivido, esa mezcla de sentimientos encontrados era algo difícil de describir. Llegar a la entrada de la iglesia con todo tu cuerpo temblando pero al momento que caminas por ese pasillo y ves a tu hombre esperándote al final con una sonrisa igual a la tuya es...simplemente especial.

—Ya está todo listo, Scarlett ya partió hacia la Iglesia con los pequeños. Ahora solo faltas tú—Amanda coloco el vestido sobre la cama y lo saco de la cubierta.

Le colocaron el vestido y el velo con delicadeza. Cuando Hanna se observó en el espejo de la habitación se quedó un segundo sin respiración.

El maquillaje...

El Peinado...

El vestido...Todo era increíble y la hacía ver verdaderamente hermosa. Acaricio la falda del vestido y sintió la suavidad de la tela bajo sus manos.

No podía creer que esa mujer en el reflejo fuera ella, sus ojos se veían más verdes que nunca y su rostro tenía un brillo especial que no podía ignorar. Se moría de ganas de ver la cara de Ehan cuando la viera.

—No tengo palabras— susurro Hanna— yo siempre tengo algo que decir así que creo que mi falta de palabras dice mucho— declaro Amanda.

Paige se acercó a ella y le afirmó el velo.

—Te ves muy hermosa Hanna. Estoy segura que Ehan va a estar encantado cuando te vea— Dijo Paige con cariño.

—Estoy muy nerviosa pero me muero por ver la reacción de él. Esos estilistas son milagrosos.

—Tú eres linda, ellos solo te hicieron el favor de realzarlo— dijo Amanda guiñándole un ojo.

—Gracias Amanda. A ti también Paige; les agradezco por haber aceptado ser mis damas a pesar del poco tiempo que nos conocemos.

—No tienes que agradecer, lo hacemos con gusto— Explico Paige— No solo eres la prometida de Ehan sino que ahora también eres nuestra amiga. Y entre amigas nos apoyamos.

—Entre amigas nos apoyamos— repitió en un susurro— no lo olvidare.

Después de los últimos retoques, salieron de la casa con destino a la catedral. Cada calle, cada cruce la acercaban más a su destino y sus nervios no hacían más que crecer.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Where stories live. Discover now