—Si— respondió alargando la "i"— Fue muy divertido, jugamos con otros niños en la casa del tobogán y los señores de negro nos cuidaban.

Rodo los ojos al escuchar eso, sus hijos habían nombrado a los guardaespaldas como "Señores de negro" y siempre les llamaban así.

—Mamá, tengo hambre— dijo el pequeño levantando la carita.

—Es porque tienes un monstruo en tu estomago— bromeo haciéndole cosquillas al pequeño. Camino hacia la cocina y se encargó de hacer unos sándwiches, Matt no tardaría en despertarse y de seguro también tendría hambre, nunca lo comprendería pero si Dony tenía hambre, Matt también, hasta les daban ganas de ir al baño al mismo tiempo en algunas ocasiones.

Busco en la cocina todo lo que necesitaba, por suerte, Cony dejaba todo organizado antes de irse el fin de semana.

Estaba colocando el queso en los panes cuando sintió una manos abrazarla por la cintura.

—Me gusta mucho la vista de estos shorts— dijo Ehan contra su cuello.

Hanna movió su rostro para recibir su beso y regresar su atención a la comida.

— ¿Matt se despertó contigo?

—No, él se despertó primero así que comenzó a saltar sobre mí diciéndome que tenía hambre— estiro la mano y tomo un pedazo de jamón de un plato.

—Lamento que te haya despertado— se giró para quedar frente a el— se lo cansado que has estado estos días— le acaricio los hombros.

—No lo lamentes, sé que no dormir forma parte de ser padre— se inclinó sobre ella y coloco las manos en la encimera a cada lado de sus caderas, encerrándola entre ellos— Dime... ¿Elegiste algún vestido?

—Sip— dijo explotando la "P".

— ¿Me dirás cómo es?

—Nop— le dio una sonrisa coqueta. Ehan negó con la cabeza antes de bajarla y tomar los labios de Hanna entre los suyos. Podrían pasar mil años pero jamás se aburría de besar a su mujer.

La semana siguiente, Hanna se tomó unos días libres para completar todos los preparativos para la mudanza hacia la nueva casa; estaba un poco triste por no poder hacerlo junto a Ehan. El pobre se encontraba trabajando a mil por hora para poder tomarse varios días para la luna de miel, habían hablado con Marco y él se encargaría de la presidencia en su ausencia.

Al principio les había costado un poco llegar al acuerdo sobre que querían hacer en su luna de miel, ninguno de los dos se quería separar de los pequeño pero sabían que todas las parejas necesitaban un tiempo a solas, y más en su luna de miel.

Así que los gemelos se quedarían con sus abuelos un par de días. Los cuales estaban encantados de tener a sus nietos con ellos un tiempo.

Por recomendación de Scarlett, habían contratado a una diseñadora de interiores que se estaba encargando de la pintura y de los muebles faltantes de la nueva casa.

En un inicio, Hanna lo veía como algo incensario, pero al darse cuenta que no sabía ni como ubicar los sofás y la alfombra decidió seguir el consejo de su suegra. No tenía ni idea de cómo la diseñadora había logrado crearle a Ehan un cuarto personal donde colocar su mesa de billar. Era una especie de santuario para hombres; ya podía imaginar a Ehan, Alex y Nick ahí metidos durante las cenas, lo mejor es que los chicos estarían con ellos y las chicas tendrían el resto de la casa.

Pero en definitiva, los cuartos de sus hijos eran sus favoritas. Había personalizado cada habitación según los gustos de los pequeños. Estaba segura que a sus hijos les encantaría. Se moría por ver la cara de los pequeños, para no separarlos, les habían seleccionado cuartos hermanos con una puerta de conexión entre ambos.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora