Capítulo 41 Cenizas y Fantasmas

Start from the beginning
                                    

—No lo recuerdo con exactitud, lo último que hay en mi memoria es Bell, luego oscuridad y al final desperté y no estaban.

—Molly necesito que recuerdes que fue lo último que paso con Bell —insistió ansioso Sherlock. Ella volvió a temblar y él apretó su mano—. Te lo suplico.

—Eso trato, eso trato... —Molly cerró sus ojos y comenzó a pensar en lo último ocurrido. Sus últimos recuerdos eran una enorme cortina de humo, pero está lograba, poco a poco, difuminarse— Me encontraba en mi sillón, estaba leyendo. Los niños estaban arriba y, de repente, Bell bajó con algo en mano.

—¿Qué tenía en su mano?

—Era un bote...

—¿Un bote? —preguntó John extrañado.

—Sí, dijo que lo encontró en el baño y que olía raro. Ella... —se detuvo y trató de recordar— ella me acercó el bote, lo olí y todo se volvió oscuro. Luego desperté, llamé a los niños y no respondieron, y fue ahí que me di cuenta que no estaban.

Ambos hombres se miraron confundidos. Sherlock soltó suavemente la mano de su amiga y se alzó.

—Vamos a tu casa, Molly. Necesito ver qué tiene ese frasco.

Ambos se alzaron y obedecieron al detective.

Durante el camino el silencio les acompañó. John parecía recobrarse del sedante, los nervios de Molly era menores y la ausencia de Sherlock a su entorno era el usual. Nadie pareció recordar sobre la hermana. Llegaron a la casa de Molly, se adentraron y buscaron aquel mencionado bote. Sobre el comedor le encontraron y, veloz, Sherlock lo tomó y le miró, era un líquido entre negro y verde viscoso, acercó su nariz y un terrible y nauseabundo aroma le bloqueo el olfato.

—¿Qué diablos es eso? —preguntó exaltado John.

Sherlock posó su brazo sobre su nariz y dejo el bote en la mesa.

—Molly, Isabelle te noqueó con esto.

—¿Cómo que me noqueó?

—Hizo un anestésico, para dejarte inconsciente.

—¿Y cómo demonios una niña de diez años hizo un...? — John se detuvo, y observó fríamente a Sherlock.

—¡¿Qué?! —exclamó.

—La verdad, no sé porque me molesto en preguntar.

—¿Pero por qué? —inquirió Molly.

—No lo sé...

—Pues piensa.

—¡Eso hago John!

Sherlock alzó sus manos y comenzó a moverse por el lugar. Ambos le observaban. El detective caminó de un lado para el otro, regresaba, daba la media vuelta hasta que, sobre la chimenea observó una fotografía. Curioso se acercó a ella y le miro; en ella estaba Molly, junto a su sobrino y una agradable mujer rubia. Los tres se veían sonrientes y felices. Sherlock tomó el marco sin dejar de analizar la foto.

—¿Qué pasa? —preguntó curiosa.

—Molly, tú no tienes hermanas.

—¿Qué? ¡¿A qué se debe eso?!

—Está foto. Esa mujer, no es tu familiar.

—Sherlock, no estamos para eso. Tres niños están desaparecidos.

—Nunca pensé que Thomas fuera tu sobrino.

—¡Si es mi sobrino! —clamó furiosa. John quedó sorprendido ante el tono.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now