Capítulo 41 Cenizas y Fantasmas

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Parecía recobrarse, abrió sus ojos y estos buscaban de nueva cuenta cerrarse.

—¿Qué le pasa? —cuestionó nerviosa Molly.

Sherlock negó con su cabeza y en ese instante le arrebató el algodón a su amiga. Ella se asustó pero la prioridad era John. El detective acercó el algodón y, difícilmente, John volvió a la realidad.

—¡Her-her-ma-na! —exclamó en balbuceo, mientras se sentaba en el sillón.

—¿Qué?

—¡Her-mana! —repitió, mientras miraba a todos lados.

—¿Hermana? —preguntó Molly.

—¡Sí, sí! —chilló.

—¿Tú hermana? —continuó curioso Sherlock.

—¡No! —soltó con un terrible suspiró—. ¡Tú hermana! —recalcó, mientras le veía.

Sherlock quedó sorprendido ante ello y Molly observó confundida el momento.

—¿Mi hermana? —cuestionó.

—¡¡Tienes una hermana!!

Esta vez el rostro del detective se mostró pálido y la serenidad le cubrió por completo.

—¿Yo, tengo una hermana?

—¡¡Si!!

Sin seguir creyendo lo que John profesaba, Sherlock se alzó del sofá y observó a sus amigos.

—John, sea lo que te haya pasado, te ha afectado la cabeza. Creo que confundes el hecho que yo, solo tengo un hermano.

—¡¡No!! —Gritó—. ¡Mi nueva terapeuta, la doctora Florence Welch, la maestra de piano de Bell, Elizabeth Walsh, y la Faith Smith que vino contigo resultaron ser una sola persona! Resulto ser tu hermana.

Molly estaba desconcertada ante lo que John vociferaba en cambio Sherlock mantuvo su palidez, creyendo que este estaba realizando una pésima broma.

—No estamos para juegos John, Molly está buscando a su sobrino —dijo, intentando cambiar el tema.

—¡Sherlock, tú hermana me disparó un sedante! —exclamó furioso.

—¡Qué no tengo hermana! —respondió al mismo tono.

Molly, nerviosa por la situación, miró ambos hombres.

—¡Basta los dos! —clamó. Ambos le miraron—. ¡Por favor, paren, que necesito decirles algo importante!

—Ya le dije lo de tu sobrino, Molly, sin embargo, cierta persona está de terca con que yo tengo una hermana.

Apuntó John de replicar ella le detuvo.

—¡No solo mi sobrino desapareció, también Rosie y Bell!

En una estupenda sincronización ambos miraron impactados hacia ella.

—¿Qué dijiste? —cuestionó John con horror.

—¡Los niños desaparecieron! Por un momento pensé que tuviste algo que ver con ello, Sherlock, pero... Ya veo que no... —y comenzó a llorar.

—Molly —habló Sherlock—, ¿cómo que desaparecieron?

—Y-yo... Y-yo no...

La pobre mujer no pudo articular palabras, colocó el dorso de su mano sobre sus labios y se dejó caer en una de las sillas del living room.

—Molly —llamó el detective mientras se acercaba a ella y, sorpresivamente, le tomaba de su mano—. Por favor, respira y dinos qué pasó.

Ella acató a su amigo, respiró y exhaló pesadamente. Sus lágrimas no pararon; la serenidad parecía reconfortarla.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora