Capitulo 13

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—Lucifer—

Sentí como el alto cuerpo del ángel caía sobre mí, dando un golpe seco.

—Perfecto —sonreí con malicia.

Con un poco de esfuerzo, logre ponerlo nuevamente de pie, aun tambaleaba un poco, acostumbrándose a su actual posición.

—Eres un chico malo, Gabriel —susurré, pasando mi garra por su mejilla, haciendo un ligero corte—. Si tan solo hubieses cooperado.

Cogí la mano del más alto, sintiendo una corriente eléctrica recorrer toda mi espalda.

La excitación de tener a un ángel envuelto entre mis brazos, era asombrosa.

La mirada grisácea de sus ojos, apagados, sin brillo alguno. Me estaban haciendo llegar al clímax.

—Eres tan ingenuo... —jadeé. Perdiéndome en su apagada mirada.

Podía ver como a través de ese manipulado cuerpo, había un ángel suplicando que le devolvieran el control.

—Oh no, ni lo pienses —sonreí ampliamente—. Te quedaras así hasta que...

—¿Gabriel?... —la voz del menor me hizo cerrar mis labios de golpe.

Maldición, ¿No estaba dormido?

Los pasos, acercándose hacia la cocina, me hizo entrar en pánico. No podía permitir que un humano se acercara.

Rápidamente, empuje el cuerpo del ángel, acorralándolo contra el piso, situándome sobre su trasero.

—No tengo de otra... —lleve mis manos hasta sus alas. Quitando las pequeñas cadenas con las que las había atado.

Cerré mis ojos, en el momento en que las alas de Gabriel se extendieron con fervor.

Era la única manera de que el humano no lo pudiera ver...

—¿Gabriel? —escuche como el menor entraba a la cocina, y tras estar un momento en silencio, regresaba sobre sus pasos—. Aquí no está...

Volví a abrir mis ojos, segundos después.

—Luci...fer...

Chasqueé la lengua, lo último que me faltaba.

Gabriel estaba regresando en sí.

—Guarda silencio —sentencie, apretando las cadenas entre mis manos—. Las volveré a atar.

—No... —pude ver, como unas gotitas caían sobre la madera del piso—. Por favor...

Guarde silencio unos segundos.

—¿Sabes? —comencé, acariciando su plateado cabello—. Ahora mismo, me hiciste acordar de alguien.

No hubo respuesta de su parte.

Tampoco esperaba una.

Era cierto. Gabriel a veces me acordaba a cierto arcángel.

El único arcángel con el cual había tenido un lazo...

Cerré mis ojos con fuerza, agitando mi cabeza.

No debía recordarlo...

—Terminemos con esta mierda —gruñí, abriendo nuevamente los ojos y atando con fuerza las alas del ángel.

Me incorpore nuevamente, dejando a Gabriel en el suelo, aun tratando de recobrar todo su cuerpo.

—Nos vemos en otro momento —anuncie, saliendo de la cocina, con una mano en el bolsillo y la otra agitándola en el aire.

Lo mejor era despejarme un poco.

Abandone la casa del enamoradito de Gabriel, encaminándome a cualquier lugar.

Los ojos rosados del arcángel me estaban consumiendo la cabeza.

—¡Maldición! —pateé con fuerza una lata vacía, la cual estaba ahí tirada sobre la vereda.

El chillido de un perrito me hizo levantar mi cabeza.

Ahí, frente a mi había un cachorro blanco con su ojo derecho con una mancha negra.

Me acuclillé, dejando que el perro se acercara a mí.

—Quítate, cosa fea —mascullé. Sintiéndome asqueado cuando el perro lamio mi mano.

Era tan asqueroso.

—¡No me lamas! —con mi mano, empuje al perrito con fuerza. Haciéndolo chillar y espantarse.

Vi como el perrito correa lejos de mí, asustado.

—Asustado...

Igual como aquel arcángel me miro aquella vez.

—Orión... —escondí mi cabeza entre mis piernas, sintiendo como mi corazón latía con fuerza.

¿Por qué no vienes a verme?

Los Pecados De Un Ángel Yaoi/GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora