Capítulo 13. La esperanza es lo último que se pierde

643 31 1
                                    

Roxanne, con un gran nudo de nervios en la boca de su estómago y las manos tras la espalda para ocultar sus temblores, se acercó al hombre y se sentó en el sillón que había a su lado: de ninguna manera se iba a sentar en sus rodillas. 

-Hola-le dijo al hombre que la miraba intensamente. Iba un poco bebido, pero no llegaba a estar borracho del todo.

Parecía ser bastante alto, sus hombros eran anchos, su pelo rubio y sus ojos verdes; no pudo evitar recordar a Viktor al ver los ojos verdes de aquel desconocido, pero se dijo a sí misma que debía ser fuerte, recordar donde estaba y, sobre todo, darse cuenta de que él no era Viktor y de sus intenciones con ella. Era obvio que quería sexo, y Roxanne iba a apañárselas para evitarlo.

-Nena, ¿por qué no te sientas en mis rodillas y empezamos con lo que he venido a hacer? No me gusta ser tan impaciente pero he pagado por dos horas una módica cantidad de dinero, y sólo faltan 45 minutos para que terminen las dos horas. 

-Siento la tardanza, acabo de llegar y apenas he tenido tiempo de prepararme para usted, señor…

-Mi nombre no es importante, hermosa-dijo levantándose y tendiendo una mano hacia ella. Roxanne se levantó. Él la hizo girar 360 grados y, cuando acabó frente a él, se acercó para besarla.

Ella no pudo apartarse y, aguantando las ganas de darle un rodillazo en la entrepierna, le respondió el beso lo más sutilmente que pudo. Él la agarró por la cintura y la acercó a su cuerpo mientras su lengua buscaba la de la joven insistentemente. Roxanne le apartó poniéndole las manos en el pecho antes de que sus lenguas llegaran a tocarse.

-Señor, si no le importa, necesito tomarlo con más calma yo…

-¿Calma?-preguntó incrédulo soltándola. Tomó un gran trago de wiski y la miró de nuevo-, no creo que tengas que llevar nada con calma, debido a que eres una prostituta y te pagan por acostarte con hombres como yo que buscamos un revolcón y punto. Así que ahora quítate la ropa y túmbate en la cama.

Roxanne se había asustado por lo duro que él había sonado, pero aun dispuesta a entretenerle para que los 45 minutos pasasen con rapidez, se le ocurrió que, por su actitud desesperada y sus ojos rojos, a él le ocurría algo.

-Verá, señor equis, ya que no quiere decirme su nombre. Yo… Acabo de incorporarme a este prostíbulo tras sufrir un accidente que ha causado que pierda la memoria. Fue en el antiguo lugar donde trabajaba. Esa es la razón por la que necesito tomarlo con calma. Todavía me dan escalofríos de pensar en lo que aquel hombre desalmado quiso hacerme en contra de mi voluntad. Y usted no querrá que yo piense que es un desalmado, ¿no es así?

El otro, descolocado, no podía creer lo que estaba escuchando. Se sentó en el sillón de nuevo y volvió a servirse una copa de wiski que bajó ardiendo por su garganta.

-¿Sabes, Blake? Es la primera vez que vengo a un lugar como este, y lo que menos esperaba encontrarme es a una chica que ha perdido la memoria y que ahora le da miedo hacer su trabajo.

-No pretendo que lo entienda, sólo quiero que lo respete.

-Ya veo…

Tras unos minutos de silencio en los que Roxanne seguía en pie y el extraño miraba a un punto perdido en el suelo, ella se dijo que no podía dejar que se fuera así, tan decaído.

-¿Puedo preguntarle qué le ha ocurrido para que esté de esa manera? 

-Supongo que sí, no tengo nada que perder. Mi mujer me ha engañado con otro, y me he enterado porque hasta ayer estaba embarazada. De él, claro, no de mí, porque nosotros hace más de seis meses que no nos tocamos. 

Caprichoso destinoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن