Capítulo 6. Te necesito

1K 46 11
                                    

-Más vale que sea algo importante eso que has descubierto del caso de las amigas desaparecidas porque, si no es así, no voy a volver a quedar contigo para cenar-le dijo Mahy a Weys al llegar a la comisaría.

-Oh créeme, es algo importante de lo que no nos habíamos dado cuenta antes.- Gabriel el enseñó el vídeo-, aquí ¿lo ves? Este coche es algo sospechoso, y los dos hombres altos que salen de él aun lo son más. He buscado a quién pertenecía el coche por la matrícula y me ha salido error, así que la matrícula es falsa. Ese es el coche en el que se las llevaron.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?-preguntó Mahy interesada-, si no se las ve entrando al todoterreno ni nada.

-¿Te hacen falta más pruebas que dos tipos vestidos de negro de los pies a la cabeza y un coche con matrícula falsa? Vamos Smith, te creía más positiva.

-Está bien pero ¿qué hacemos ahora?-dijo ella soltando un bostezo que distorsionó la última palabra.

-Por lo pronto ir a dormir, que por lo que parece, estás muy cansada.

-Digamos que sí-respondió con una pícara sonrisa.

-Mañana nos dedicaremos a buscar todos los coches de ese modelo que haya en Toronto.

A Gabriel no le pasó desapercibida el tipo de sonrisa que Mahy tenía.

-Dime Smith… ¿estabas muy ocupada cuando he llamado?

-No demasiado-respondió ella quitándole importancia al asunto, pero es que a Gabriel sí que le importaba.

Sin embargo, decidió no insistir más e irse a su apartamento a dormir, había sido un día muy largo.

:::

Donovan había llegado a su destino: una gran mansión de estilo victoriano muy cerca de Montréal. Las hojas secas caídas de los árboles llenaban el suelo y crujían a su paso cuando se acercó a la verja de hierro negro y tocó el timbre. Inmediatamente le dejaron pasar. En la puerta principal había un hombre moreno, muy alto y con cara de malas pulgas que le dejó acceder al oscuro y elegante recibidor: una estancia con las paredes de mármol negras y el suelo del mismo material en gris, que tenía encima una mesa rectangular decorada con diversas figuras de porcelana preciosas y, en el centro, una combinación de rosas rojas y peonías que combinaba con la gigantesca alfombra roja que cubría la amplia escalera que tenía detrás.

-¿Desea ver ya a Lady Uriel?-preguntó el hombre que le recibió. Donovan asintió –espere sentado en la sala-señaló la entrada en arco cerrada por una puerta de cristal translúcido que había a la derecha del recibidor-, yo iré a buscar a mi señora.- El gran tipo se perdió por la majestuosa escalera.

Minutos más tarde, Donovan vio cómo una hermosa mujer de cabello rubio por los hombros y ojos azul grisáceo de más de treinta y cinco años entraba a la estancia, vestida con un sobrio traje blanco de falda y chaqueta que parecía haber sido diseñado a medida para ella; y de eso a Donovan no le cabía la menor duda.

Caprichoso destinoWhere stories live. Discover now