Capítulo 14. Blame it on the alcohol.

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Ya estábamos a miércoles y la fiesta era viernes. El miércoles no vi a Ross porque yo tenía Filología y él Ingeniería Aeronáutica, además a diferentes horas. Nosotros sólo teníamos en común la clase de Música, pues yo hacía Música por una posible carrera, no para hacer algo profesional y no me pretendía dedicar toda la vida a ello. Aunque Ross tenía una razón diferente. Un poco parecida, pero diferente. De hecho, todos los Lynch han estudiado Música por sus padres, para decirlo de alguna manera. Bueno, una larga historia que no pretendo contar ahora.

Esa misma tarde recibí un mensaje de Rydel preguntándome si me podía quedar en su casa a dormir el viernes por la noche, después de la fiesta y yo le respondí con un «Claro. ¡Fiesta de pijamas!»

El jueves no tenía clase porque sólo iba a tener clase de Música y el profesor Krueger tenía un problema pulmonar así que estaba en el hospital ingresado indefinidamente y nos avisaron a los que lo teníamos para no ir.

Aproveché que ese día no tenía clases para quedar con Rydel por la tarde y comprarnos un vestido para la fiesta ya que queríamos estrenar vestido. Fuimos a comprarnos el vestido perfecto cada una y, tras visitar doce tiendas sin resultado alguno, entramos en la de Nasty Gal donde encontramos nuestros vestidos deseados: Rydel se compró uno azul con lunares sin mangas que le llegaba unos diez dedos por encima de las rodillas, el cual conjuntó con unos zapatos de tacón y plataforma (unos siete centímetros en total) blancos; y yo uno color turquesa con unos tirantes muy finos que también me llegaba unos diez dedos por encima de las rodillas, el cual conjunté con unos zapatos de tacón y plataforma (unos trece centímetros en total) del mismo color que mi vestido.

El viernes llegó. ¡Mi deseado viernes! Me desperté, me duché y me vestí con unos cómodos vaqueros negros rotos, una camiseta gris en la que ponía «Always be yourself unless you can be BATMAN. Always be Batman», y una gorra gris oscura. También me puse unas pulseras que Kelly me regaló en mi decimosexto cumpleaños. Salí de casa y me dirigí a la Universidad.

Como cada mañana en la que tenía clase de Música a primera hora, me encontré a Ross en la parada de autobús y fuimos juntos a clase. Me gustaba que fuera así y eso iba a ser así durante años. Eso me animaba todavía más y me hacía ampliar mi sonrisa cada vez más.

Tuvimos la primera hora y media juntos, luego Ross tenía hora libre, Lucy tenía clase de Periodismo y a mí me tocaba Filología durante setenta y cinco minutos. Y, para mi gran sorpresa, en mi clase de Filología estaba Avalon. Quería hablar con ella así que al final de clase, justo antes de entrar en clase de Cello con Ross y Lucy, así que paré a Avalon sujetándola del hombro y haciendo que me mirase.

—¡Avalon! —le dije yo.

—¿Y tú de qué me suenas?

—Soy Catherine, a lo mejor oíste a alguien llamarme Cath, no lo sé —ella puso cara desconcertada—. La que te hizo la broma en la casa de los Lynch.

—¡Ahhh! —dijo ella alargando la «A» para hacerme entender que ya sabía quién era yo—. Ya me acuerdo de ti. Siento haberme puesto tan borde y haberme enfadado tanto contigo. Sé que no os di buena impresión y que no os caí muy bien a ninguno de vosotros; pero, es que tampoco era para gastarme esa broma. Estábamos a punto de... Ya sabes...

—¡Fiesta! —nos gritó Rocky acercándose a nosotras e interrumpiéndonos—. ¿Vienes fijo, Cath? ¿Y vienes tú, Avalon?

—Claro —dijimos al unísono Avalon y yo.

—¿Va a haber alguien en tu casa cuando volvamos de la fiesta? —le pregunté a Rocky.

—No. Sólo Riker. Siempre que nuestros padres están fuera aprovechamos para irnos de fiesta: así podemos emborracharnos todo lo que queramos —me contestó tranquilamente Rocky.

Freaking life (Ross Lynch)Where stories live. Discover now