Capítulo 6.

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Fuera del grupo.

La señora Gladys llegó a su tienda muy temprano por la mañana, ella estaba decidida a poner su negocio en marcha nuevamente.

Se acercó a la puerta, la cual tenía los vidrios rotos y entró a su tienda, donde todo estaba fuera de su lugar, pareciera que alguien había entrado a robar.

—¡Dios mío! —exclamó Gladys sorprendida. Ella rápidamente corrió a la pequeña oficina, donde no podía creer lo que estaba viendo.

—¿Te sorprende verme? —preguntó Jane sonriendo—. Porque a mí me sorprende demasiado, nos conocimos en un mal momento, ¿Recuerdas? Cuando me regresaste al infierno.

Gladys comenzó a retroceder poco a poco, pero Jane caminaba más hasta ella.

—Cuando alguien te pregunta algo, lo más amable es responder, ¿Me recuerdas?

—Jane, lo siento —mencionó Gladys con dificultad.

Ella se detuvo en el mostrador un poco asustada.

—Por regresarte al infierno de nuevo —exclamó Gladys tomando una botella de agua bendita.

—¿En serio? —preguntó Jane riendo. —Ahora soy más fuerte, ninguna agüita me detendrá idiota.

Gladys destapó la botella y rápidamente se la lanzó a Jane, haciendo que esta se esfumara.

—¡Soy más fuerte! —dijo Jane detrás de Gladys.

La señora rápido se giró para encontrarse a Jane sosteniendo un crucifijo.

—¡Espíritus del mal, necesito su ayuda para que se lleven a Jane Wilson al más allá! —comenzó a gritar Gladys, tal como lo hizo aquel día, en el cual David y Jane se fueron.

Jane comenzó a reír, mientras escuchaba las tontas oraciones que hacía Gladys.

—No podrás conmigo, debería matarte ahora, eres muy aburrida —mencionó Jane caminando a la señora.

—¡Espíritus del mal, necesito su ayuda para que se lleven a Jane Wilson al más allá! —nuevamente Gladys repitió las oraciones.

Jane molesta comenzó a elevar a la señora por el aire, mientras ella mantenía una gran sonrisa en su rostro.

—Espero que los espíritus del mal, la ayuden señora —Jane la dejó caer de golpe, por lo cual un pie de Gladys terminó por romperse.

Gladys repitió nuevamente la oración, pero esta vez fue interrumpida por el crucifijo que se clavó en su frente.

—Adiós Gladys, ahora tengo cosas que hacer, como, por ejemplo, visitar a mis amigos del grupo proyecto, los cuales accidentalmente me sacaron del grupo —dijo Jane mientras sonreía.

***

—Mamá, ¿Papá volverá a vivir con nosotros? —preguntó la pequeña Ana mirando a su madre.

Martha no quería mentirle, pues había cierta probabilidad de que su esposo Romero, fuera puesto en libertad, como también podría quedarse en la cárcel por varios años.

—Lo sabremos en unas horas —dijo Martha observando al guardia que estaba a punto de dejarlas pasar a la sala del juicio.

***

Los chicos ya tenían todo preparado para testificar en el juicio de Romero, el cual tan solo se llevaría a cabo dentro de una hora.

—Estoy muy nerviosa —mencionó Nat mientras esperaba a que sus amigos llegarán al juicio.

—No deben de tardar —dijo Carlos sonriendo—. Ese hombre debe quedar en libertad, ¿Estás de acuerdo?

Nat asintió para luego llevar su mirada a la puerta principal por donde venían los demás, Pablo, Emily y Cat.

—Holis —saludó Cat al llegar con Nat.

—Muy bien, entonces todos diremos que Romero está perdonado y que lo dejen libre —dijo Emily.

—No todos —respondió Pablo un poco molesto—. Si ustedes quieren dejar a ese hombre en libertad háganlo, y lo más probable es que ustedes ganarán, pero al menos seguiré viviendo con mi idea, ese hombre trato de asesinarnos en varias ocasiones, merece morir en una maldita celda.

—Pablo, pero él seguía órdenes de Nick —dijo Cat acercándose a Pablo. —Lo hizo para sobrevivir, yo creo que todos aquí hubiésemos hecho lo mismo.

Un guardia se acercó a los cinco chicos, para después entrar a la sala, donde seria la audiencia.

—Miren, por allá está la hija de Romero, ¿En serio Pablo, no te sientes mal por la pequeña niña que perdió a su hermano? —preguntó Emily molesta.

Pablo dejó su vista hacia enfrente, donde en unos minutos estaría Romero sentado.

—No lo haré, no veré a esa niña hija de un asesino.

El juez entró a la sala, tras dar un pequeño discurso, se pudo observar a Romero caminando a una silla, con sus manos y pies esposados, mientras un guardia iba a un lado de él.

Después de las alegaciones en contra de Romero y sus crímenes, llegó la hora de los chicos de decidir.

—Jóvenes, lamentamos demasiado tener que traerlos aquí, pero es lo que dicta la ley, es hora de que den su declaración —mencionó el juez.

Emily fue la primer, ella se puso de pie algo nerviosa y comenzó a hablar.

—Mis compañeros y yo creemos que Romero debería ser libre, ya que en la situación en la que estaba, creemos que tuvo sus razones para obedecer a Nick Adams, el chico el cual aún no está tras las rejas.

Pablo inmediatamente se puso de pie, ahora todas las miradas estaban puestas en él.

—Me alegra decir que yo tengo una opinión distinta a la de mis compañeros, en verdad me gustaría que Romero se quedará demasiado tiempo en la cárcel, es lo que más deseo con el alma.

Pablo se sentó y ahora era turno de dictar el veredicto, al parecer Pablo había perdido, pues era un voto contra cuatro.

***

María y Camila estaban por llegar a la tienda de brujería de Gladys.

—María, me da demasiado miedo entrar —dijo Camila tomando el brazo de su amiga—. Por favor, vámonos.

María ignoró a su amiga y se dispuso a entrar a la tienda.

—¡Gladys! —gritó María una y otra vez, todo en vano, pues no recibió respuesta.

Ella comenzó a caminar hasta la pequeña oficina de Gladys, donde se encontró una escena demasiado horripilante.

—¡Ahh! —gritó María al ver a Gladys en varios trozos encima de una ouija.

Camila rápido corrió hasta María, también quedando boquiabierta ante lo que sus ojos observaban.

—¡Oh por Dios! ¿Quién hizo esto? —preguntó Camila sorprendida.

—Jane... ella está de regreso...

El Grupo De Jane 2 - El RegresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora