—Ven aquí, preciosa, ya llegué. —dijo mientras la abrazaba con delicadeza, la veía tan frágil que pensaba que en cualquier momento se rompería en mil pedazos. —No te lo guardes, déjalo fluir.

Ella aun mantenía sus lágrimas atrapadas, estaban atascadas como un dolor punzante en su pecho, pero de alguna forma sintió como podía dejarlo ir al notar las manos de Luka recorriendo su espalda mientras ella se aferraba a él, casi como si su vida se fuera a ir en ello. Se mantuvieron por varios minutos así, haciendo compañía sin una palabra, no hacía falta. Cuando al fin Marinette se pudo relajar, secó las lágrimas de la joven, aunque le causaba un poco de gracia la cara de mapache en el momento. Se levantó y fue al mueble de la joven donde guardaba su maquillaje.

—Ven, que tienes un desastre en el rostro. —dijo el joven, aunque temiendo que fuera a sentirse mal, rápidamente continuó. —Y aún así no es capaz de ocultar un poco tu belleza.

Con cuidado fue retirando el maquillaje del rostro de Marinette, era uno de los rituales que le encantaba participar en la vida de ella.

—Pero sé que mi doncella no le gusta estar sin maquillaje. Aunque en mi humilde opinión de novio, no necesitas nada de eso para deslumbrarme, sin embargo, siempre te veo llena de confianza cuando lo usas, me resulta irresistible cuando estás así. —el joven de ojos celestes de dirigió lentamente a rostro y plantó un suave beso en los labios de su chica. —Me resultas irresistible, Mon Chere.

Ella se dejó llevar por aquel dulce néctar que era aquella boca, era increíble lo mucho que disfrutaba el besarlo. Una sonrisa surcó su rostro mientras se deleitaba por las caricias que él suavemente le propinaba en la espalda y su cabello.

—Esa es la Marinette que me vuelve loco. —le dijo Luka al verla con aquella sonrisa. —Encontraremos a Adrien, y él estará a salvo con nosotros.

Marinette, por alguna razón, sentía que quizás eso no era del todo cierto.

Marinette fue a la terraza con la esperanza de poder apaciguar un poco aquella sensación que estaba volviéndola loca, debía agradecer que Luka había estado ahí para ella y calmarla, pero la verdad es que se sentía inútil como Ladybug, le había fallado a Adrien y sin siquiera saber qué le pasó.

—No soy merecedora del título de heroína. —se dijo a sí misma con pesar.

Sintió una presencia atrás suyo, algo hizo clic en su cabeza, aterrorizándola por completo. Sin embargo, cuando se dio vuelta, tan sólo encontró un hermoso ramo de lirios y claveles, con una nota:

"Lo que Dios reúne, ni el Diablo podrá separar. Estaremos juntos por siempre, mi amor."

Se entró en la casa, desesperada, ¿qué demonios acababa de suceder? Llamó de nuevo a su novio, necesitaba saber si él había sido quien puso las flores, de todas maneras, era una situación per sé de lo más extraña, Luka era de los que componían canciones, que regalaba poesía, pero no flores. Se mordió el labio, buzón de voz, probablemente estaba con la banda ensayando.

Tikki tenía un mal presentimiento de lo que estaba pasando. La miró con preocupación, acercándose lentamente para tratar de darle un poco de confort dado lo incómoda que se veía.

—Marinette, sé que planeabas entregarme de vuelta al Maestro Fu, pero por lo que más quieras no lo hagas. No es seguro para ti. —la voz de la criatura divina sonaba increíblemente seria. A la joven casi se le paralizó el corazón mientras asentía. —No quiero que nada malo te suceda.

Dejó las flores en el mesón, esperando obtener una respuesta pronto. Debía confesar que le causaba una inusitada intranquilidad el verlas, pero una parte de ella se negaba a botarlas, eran demasiado hermosas como para desperdiciarlas. Sin embargo, ¿quién se las había dejado ahí?

Sins of the fathersWhere stories live. Discover now