Tercera parte

282 18 17
                                    

Los padres no morirán por {sus} hijos, ni los hijos morirán por {sus} padres; cada uno morirá por su propio pecado." ——Deuteronomio 24:16.

切望

Marinette caminaba desorientada con el cuerpo marcado de nuevas pruebas del verdadero amor, como ese hombre solía llamarlas, estaba demasiado hinchado, con moretones, rasmillones y cubierto de sangre. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se sintió completamente sola.

Demasiado sola.

—Adrien, mi amor, ¿Dónde estás? —su voz sonaba temblorosa, aquel demonio que aterrorizaba esa casa podía aparecer en cualquier momento. —Adrien...

Un dolor punzante cruzó su vientre, era horrible, desgarrador, le provocó nauseas, debiendo correr en ese preciso instante al inodoro más cercano. Se cogió el vientre de forma instintiva mientras evacuaba lo poco que su estómago había podido ingerir en los últimos días, arrodillada y avergonzada dejaba que todo saliera, incluso cuando ya no había nada más que botar, las arcadas eran casi tan fuertes como el horrible dolor de su vientre bajo.

—Adrien... me duele... —el llanto desesperado de Marinette resonaba vacío en las frías paredes de la casa. —Adrien... ¿Por qué no me vienes a ayudar?

Una pequeña luz verde se iba acercando en dirección hacia ella, aquella criatura del averno venía por ella, estaba segura. A penas y se podía el cuerpo, las rodillas le fallaban por lo que, haciendo un esfuerzo monumental, se incorporó y echó a correr.

—¡ADRIEN! ¡AUXILIO! —gritó desaforada, mientras su cuerpo se sentía cada vez más pesado. Pero eso no la detuvo. —¡¡ADRI...!!

La luz de la luna atravesaba el enorme ventanal, el mismo que se encontraba abierto con las cortinas ondeando al viento, había marcas de manos llenas de un líquido oscuro, viscoso, a lo largo y ancho de la habitación, una con papel mural de colores papeles y decoración bastante diferentes a las del resto de la casa, muebles que desentonaban y un espejo gigante, o más bien los restos de él. Los pedazos de aquella pieza de cristal le daban un aspecto aún más tétrico a la habitación, el cual se encontraba con juguetes regados por doquier. En el centro una cabellera rubia destacaba en una gran mancha de lo que parecía ser sangre. Incapaz de seguir corriendo cayó al piso y comenzó a llorar al lado de él, la luz de la sala se encontraba tintineando como si las tinieblas esperasen para comérsela, la desesperación se había apoderado de ella y Adrien ya no podría rescatarla de la bestia que habitaba la casa.

—Ayuda... —susurró, al sentir que sus fuerzas se iban, mientras un punto verde ser acercaba lentamente hacia ella.

Luego todo se fue a negro.

Luka había perdido ya la cuenta del tiempo que había estado buscando a Marinette, sin Ladybug o Chat Noir en la ciudad todo se había vuelto más difícil, el caso había sido cerrado hace ya tanto, su familia tuvo que cerrar la panadería para poder concentrar todos sus esfuerzos en localizarla, y a pesar de los dos años que continuaban en su misión sin perder la esperanza, las personas a su alrededor la habían dado por perdida, volviendo todo eso una carga demasiado pesada para sobrellevar.

Luka acostumbraba a ir a verlos más de una vez al día, durante los descansos de su trabajo o después de clases de la universidad. Ellos siempre le recibían con una actitud amable, con una sonrisa que ocultaba el dolor, mostrando devoción y mucho agradecimiento por su accionar, por su tiempo y el cariño que evidente aun profesaba por su novia desaparecida. Sus suegros siempre trataban de enviarle algún pequeño detalle para su familia, apoyarlo de alguna forma, como si estuvieran apoyando a Marinette a través de sus acciones. Eso no mitigaba las noches de angustia que desde el primer día de su desaparición habían estado viviendo, la verdad es que no es como si no fuera algo que no sabían que ocurriría, lo tuvieron en las narices, pero la reacción de todo el mundo fue demasiado lenta.

Sins of the fathersजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें