El día que llegaron

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La joven elfa estuvo deambulando por la ciudad sin ningún rumbo en concreto, mientras en su mente se recreaban múltiples variantes de la última discusión que tuvo con sus padres.

¿Acaso tuvo que haberse comportado tal y como su familia esperaba que se comportase esperando contentar sus expectativas?...o, ¿negarse en rotundo a sabiendas de las reacciones de ambos?

- No saben como me siento -Gruñó la joven  mientras apoyaba parte de su peso en una columna.

Había llegado a la edad de "madurez" de una elfa de la noche y por lo tanto su iniciación a la vida adulta y la elección de su tatuaje facial. En la cultura de los Kaldorei, las elfas, una vez llegan a la edad adulta deciden que rumbo van a llevar y por consiguiente, el ritual del tatuaje facial marcará el resto de su vida. Era algo muy importante para toda elfa y mucho más para el nombre de la familia.

Todos esperaban de ella la sacerdotisa que estaba destinada a ser, unirse a las hijas de Elune y llenar felicidad y honor a su familia. Todos lo esperaban...menos ella.

Tigry rechazaba esa idea, la rechazaba con todas sus fuerzas, desde lo más hondo de su ser aquella idea la hacía sentirse aprisionada, atrapada dentro de una vida que no sentía suya. Sería como vivir la vida de otra elfa que no fuera ella...

Esos pensamientos casi la dejaban sin aliento de lo asfixiantes que eran, intentó pensar en otra cosa pero no podía, sentía la necesidad de recrear en su mente cada una de las posibles variantes conversaciones con sus padres para que la aceptaran en su decisión de ser una exploradora, una cazadora. Lo que más le dolió fue ver el amargo rostro de su padre ante su negativa a ser sacerdotisa de Elune, él...precisamente él fue el que le transmitió el deseo de querer explorar el mundo, cazar, vivir por ti mismo sin necesitar a nadie más.

-Deja de fantasear con viajar por el mundo, tu sitio está aquí, tu lugar está junto a tu Diosa Elune, el mundo exterior es cruel y peligroso, ¿no ves que solo queremos lo mejor para ti? -


Casi se sintió traicionada. 


Poco tiempo estuvo perdida en su batalla mental cuando casi le pisan el pie al pasar un grupo de chicas.

-¡Cuidado, mirad por donde vais!- Gritó pegando un salto.

El grupo se paró en dirección a Tigry, parecían nerviosos como si hubieran presenciado un incendio o una catástrofe natural, sus caras de preocupación contagiaron a Tigry y se hizo inevitable hacer la pregunta. - ¿Q-qué os pasa? - dijo Tigry.

Una de las elfas del grupo se acercó más a la joven elfa con un rostro casi al borde del pánico, lo cual preocupó a Tigry.

-No lo has percibido joven?, el pozo...es como si las energías del pozo hubieran sigo cortadas o agotadas.-

Tras un breve silencio, Tigry se dió cuenta de que sus pensamientos la habían distraido tanto de la realidad y su entorno que casi emite un pequeño gemido cuando al concentrarse en percibir dichas energías del pozo...fue como sentir un muro bloqueándolas.

-¿Qué es esto? - Dijo Tigry tensa.

-Nos estamos dirigiendo a la entrada del palacio, seguro que nuestra amada reina sabe que está pasando - respondió la elfa del grupo.


Tigry marchó con ellos. ¿Cómo, cuándo?, ¿en qué momento el Pozo se vió alterado?, casi sintió rabia de no haberse dado cuenta por si misma.

A medida que se acercaban al palacio había más y más elfos, era imposible seguir avanzando a la entrada donde la gente gritaba a la guardia del interior que les dejaran pasar o que se asomara su reina para calmar su inquietud. Las energías del pozo se habían cortado y necesitaban el consuelo de su amada Azshara, sabían que con ver su rostro sería suficiente para calmar a toda su raza.

Tigry se estiró para ver por donde podía colarse para llegar a la entrada, pero cambió de planes cuando se le ocurrió aprovechar una estatua que había cerca para subirse y tener una mayor imagen de todo el panorama. Tras unos breves pasos y empujones, pudo hacerse un hueco y encaramarse en una parte medianamente alta de la estatua.

La gente andaba nerviosa, inquieta y casi en pánico ante la falta de respuesta de los soldados y su reina. Azshara era considerada casi una Diosa, a la altura o más que la propia Elune, hasta Tigry sentía cierta atracción por ella, todas las elfas del reino soñaban ser como ella o ser bendecidas por su mirada las veces que se dignaba a asomar su rostro a sus súbditos.

Pasó bastante tiempo y por más que la gente llegaba a pedir respuestas ante lo ocurrido, lo único que obtenía a cambio era la puerta real cerrada a cal y canto.

La gente, a pesar del cansancio se negaban a irse, venían más y más, casi se podría decir que toda la plebe estaba ante el portón real. Tigry miró a un lado y a otro, sabía que tarde o temprano sus padres, percibirían el corte de las energías del pozo y vendrían por inercia hasta aquí. Todos esos problemas que tanta importancia le daba en su cabeza quedaron en segundo plano al presenciar todo lo que estaba pasando y sintió vergüenza de si misma al actuar como una cría ante su familia, marchándose sin avisar y sin decir nada. Todos esos pensamientos se esfumaron al ver a su padre llegando desde lo lejos. Deambulaba preocupado hablando con la gente y buscando a alguien con la mirada, se le veía preocupado, no tanto por el acontecimiento, sino por encontrar a su pequeña en la multitud. Ella sabía que él estaba más por su hija que por el propio Pozo, sus ojos se humedecieron y sus mejillas se oscurecieron y quiso llamarle desde lo lejos para que la localizara, quiso bajar de allí e ir corriendo junto a su padre, pero entonces un fuerte ruido se hizo a sus espaldas, las puertas se estaba abriendo.


La gente se arremolinó aun más ante la puerta haciendo casi imposible a Tigry bajar sin pisotear la cabeza de alguien, tuvo que aguantar allí arriba mientras hacia aspavientos y llamaba a su padre desde lejos. Se apretaban los unos contra los otros haciendo imposible dar más de un paso en ninguna dirección, y el barullo de voces hacía inaudible cualquier palabra, solo se podía oír un coro de voces entre mezcladas alabando la apertura del palacio de su amada reina y soberana, al fin la gente obtendría respuestas, al fin sus angustias se verían calmadas...

Tigry dirigió la mirada hacía esas enormes puertas abriéndose cada vez más y más...

No hubo guardias...no hubo reina...no había nada ante ellos que pudieran reconocer como elfos o algo que hubieran visto o reconocido antes. Lo único que se pudo apreciar en esa fracción de segundo en el que una enorme hacha asomó y destrozó, casi pulverizó a los primeros elfos que esperaban la apertura, fue sangre, el fluir constante de la sangre, vísceras y trozos de lo que una vez fueron kaldoreis pasando por el rostro de Tigry y salpicándola en parte de su mejilla. Ese fue el día...en el que llegaron.




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⏰ Last updated: Apr 15, 2018 ⏰

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El día que llegó la Legion ardienteWhere stories live. Discover now