Wow
La habitación de su jefe era oscura, con detalles en rojo y otras en verde, pero nada salía de esa gama tan maligna de colores.
Flug entró en pánico cuando fue arrojado a la cama y el mayor se posicionaba sobre él.
-¡se-eñor! -exclamó completamente rojo y nervioso y avergonzado y-
La risa del mayor le hizo calmarse un poco.
-idiota, no creas que te desvirgaré ahora. -rió macabramente.- esto no es un maravilloso cuento de hadas y héroes donde el bueno se coge a la princesa. Yo no soy un principe.
-es el más grande villano de todos los tiempos, ya lo sé. -rodó los ojos mientras reía levemente.
-exacto. Así que no esperes nada cursi, porque ese momento pasó ayer y no se repetirá. -frunció el ceño mientras se quitaba de encima de su científico y se acostaba a su lado.
-ya me lo esperaba. -dijo en un suspiro el castaño pero con una sonrisa.
Vio como su jefe se quitaba su corbata y los zapatos y los sombreros, y decidió hacer lo mismo y sacarse su bata y sus zapatos mismos, quedando relativamente cómodo, al igual que su jefe.
Ahora ambos estaban en la cama, uno al lado del otro, con la mirada en el techo y sintiendo el calor del contrario.
-Flug.
-¿si, jefesito?
-¿a qué te referías con que estaba "vivo"? -preguntó, recordando las extrañas palabras de Flug.
Y el mencionado aguantó la respiración por un breve lapso, donde también vivió en un segundo aquella pesadilla. Su respiración se volvió un poco pesada y lágrimas en sus ojos se formaron. Y tomó valor y:
-soñé que usted había muerto... -susurró.
Y Black Hat soltó una carcajada.
-¿¡yo!? ¿¡morir!? ¡ja ja ja! -rió sonoramente.- ¡es como si no me conocieras, Flug!
Y el nombrado se encogió en su sitio.
Sí, por un momento se negó a creerlo, porque, ¡era Black Hat! ¡a menos que fueran 3000 bombas de hidrogeno, él viviría! Pero... fue demasiado real, tanto que, vio los sentimientos de Demencia y 5.0.5.
Ahora se sentía demasiado idiota por ello, al igual que yo.
-¿cómo pudiste creerlo? -preguntó Black Hat luego de tanto reír.
-su-u cuerpo-o... -dijo mientras le daba un escalofrío y los ojos le picaban.- e-era demasiado-o... u-usted-
-oh Flug. -dejó de reír y le miró.- el día en que muera, será la muerte del mal. Y la maldad no muere. Además, no sería capaz de dejarte...
Y Flug le miró con cariño.
-dijo que no diría más cosas cursis. -rió levemente.
-deberías disfrutar cuando lo digo. -frunció el ceño, otra vez.
-y lo hago. -susurró.
-como sea, ya es tarde y tengo sueño. -respondió, girandose y dándole la espalda.- descansa.
-jefe... -llamó débilmente.
-¿ahora qué, maldita sea? -gruñó.
-yo-o... le amo... -susuró con una sonrisa y vergüenza.
Y el mayor se giró y lo encaró y lo miró. No se abstuvo más y lo volvió a besar.
Lo volvió a sentir, esos labios que lo habían vuelto loco en cosa de minutos. Volvió a sentir la desesperación del menorny su dulzura y... se sentía demasiado bien.
Y se separó.
Y miró sus espectantes ojos verdes.
-no esperes que lo diga. -bramó el demonio para luego suspirar.- solo... gracias por quitarte la máscara.
-gracias por hacer que me la quite. -le sonrió.
-sí sí, ya duermete. -ordenó, cerrando sus orbes.
Y Flug rió.
Y obedeció.
Y entre los brazos de su jefe durmió.
FIN.
Extra! :
La puerta se abrió silenciosamente y se asomaron dos cabezas de distintas proporciones y miraron la cama.
El menor lo abrazaba y babeaba en su chaleco, mientras el demonio tenía los brazos extendidos y roncando.
Sí, no era romántico y cliché.
Pero era real.
Y ambos estaban felices de verlos así. Demencia estaba orgullosa de sí por madurar y colaborar para ese final.
Y el oso también se sentía así, por al menos guiar al jefe a su oficina y que las cosas fluyeran el mismo día, porque presentía que si no lo pasaba esa noche, lo hubieran atrasado y así. Al menos colaboró un poco.Y Demencia sacó su cámara e inmortalizó el momento varias veces.
-esto me lo guardó y lo vendo. -rió.
Fin del extra!
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Quítate La Máscara
FanfictionEsa bolsa no era más que una máscara para ocultar una tormenta de sentimientos. Nadie sabía que ocultaba lágrimas, dolor, pena, vergüenza... pero tampoco sabían las sonrisas, sonrojos, brillo de orbes que ocultaba. Pero su jefe, no era tonto [...] A...