-Vamos a por ellos, no habrá piedad para ninguno- mas la ira la dominaba.

            Todos gritaron levantando sus armas y salieron de la mansión y Gunnar la cogió del brazo, deteniéndola.

            -¿Dónde está Harek?

            Meira le miró dubitativa, no podía dejarse llevar por el resentimiento, Gunnar no se había dado cuenta y quizás era mejor que siguiera así.

            -Se reunirá con nosotros más tarde- trató de mostrarse convincente y tras sonreírle fugazmente, se unió a los demás. Harek los vio salir desde la ventana de su despacho, nadie parecía notar su ausencia, así que se sentó de nuevo en su silla y se perdió en sus cavilaciones.

            Nitza se encontraba rodeada de vampiros en medio del salón, todos esperaban ansiosos la orden de su señor que se había acomodado en un sillón dispuesto a disfrutar del espectáculo.

            -¿Seguro que no quieres pensarte las cosas, muchacha, y contarnos lo que sabes? Mira que esta es tu última oportunidad- le habló. Nitza no abrió la boca, solamente lo miraba- está bien, tú lo has querido…- encendió un puro y tomó un calada antes de decir- azotadla, violadla, aprovechad lo que se pueda, aprovechad porque su suerte está echada- sonrió. Rápidamente, un vampiro le rompió la camiseta por detrás y con un látigo la azotó, Nitza soltó un grito desgarrador. Otros se le acercaron por delante dispuestos a toquetearla, sus miradas lascivas aterraban a la joven quien no podía siquiera defenderse- recuerda, preciosa- dijo Wulf- que esto lo está viendo tu noviecito, así que sonríe.

            Yonath forcejeaba intentando soltar los grilletes de sus manos, quería ayudarla, no podía verla sufrir, nunca se había sentido tan impotente en su vida y ahí estaba, suplicando como nunca lo había hecho para que la dejaran y lo torturaran a él pero nadie podía oírlo, ya que seguía solo en la habitación, frente a un televisor que le mostraba el sufrimiento de Nitza. Lo habían hecho a posta, querían destruirlo poco a poco y luego reírse en sus narices ante su situación pero lo peor no era eso, si no, ¿qué podía hacer al respecto? Miró a la pantalla y tuvo un primer plano de Nitza, la cual miró a la cámara fijamente y llorando, susurró unas palabras que no se oían por el intenso ruido que había allí pero que él pudo entender con solo leerle los labios… “Te quiero”, le desgarraron el corazón y forcejeó con más intensidad sin resultados. Estaba dispuesto a morir gritando o a destrozarse las muñecas si fuera necesario para salir de allí, por ella, solo por ella, ¿cómo es que no se había dado cuenta antes de cuánto le importaba? La sangre comenzaba a correr desde sus muñecas hasta los brazos pero no dejaba de intentar soltarse. Arriba, Wulf disfrutaba de su liderazgo, sólo le faltaba una cosa porque ya podía dar por perdidos a los cazadores… no creía a Meira digna rival de él y Harek… Harek era otro cantar, posiblemente nunca diera la cara porque hasta ahora lo había tenido todo para hacerlo y no había dado señales de vida o es que Yuritzy no había cumplido con la misión que ignoraba, desde que había averiguado en el bando en el que estaba, la había tenido cerca para que informara a Harek de todo lo que le interesaba sin que siquiera sospechara. Tomando otra calada del puro, miró el espectáculo que se veía ante sí, todos sus vampiros intentando aprovecharse de una débil cazadora, como pronto esperaba ver a Meira y con la daga en su poder ya nadie lo detendría, jamás. Entonces un ruido ensordecedor estalló por todo el edificio, una sirena. La alarma había saltado, algo pasaba. Todos los vampiros dejaron a Nitza, la cual se había desmayado y se pusieron en alerta. Pronto, otros entraron en la habitación.

Eterna OscuridadWhere stories live. Discover now