—¿Eso es un halago? Porque no lo parece.

Jared rio, —lo es, claro que lo es— y usó ambos brazos para aferrarse a la cintura de Duncan.

Si meses atrás, alguien le hubiera dicho que estaría abrazado a su pareja frente a la tumba de su madre, Jared probablemente le hubiera golpeado; en cambio ahora estaba en paz, era cierto que había jurado sobre la lápida de ella un par de cosas, como por ejemplo: no ser como su padre; ahora estaba seguro que no lo sería, porque se permitió la oportunidad de tener y aceptar un compañero, además, actualmente, veía y comprendía las cosas con mayor claridad: la irresponsabilidad y el apego a una pareja no eran cosas estrictamente ligadas, como su padre le había hecho entender.

Mantuvo esa pose por unos minutos más, en silencio, relajándose cuando Duncan le frotó desde su hombro hasta su codo y de regreso, suspirando de vez en vez, y no tenían qué decir más, estaban cómodos con su cercanía; hasta que el murmullo de un grupo de gente comenzó a escucharse, no era inusual que algunas familias enteras acostumbrasen a visitar las tumbas de sus seres queridos. Jared miró una vez más el nombre de su madre y abuelos tallados en la piedra, sonriendo y despidiéndose, prometiendo que regresaría pronto a visitarles, como hacía siempre que viajaba a Blue Hills. Después tomó a Duncan de la mano para ir a la salida, de regreso al estacionamiento.

—Háblame sobre tu padre— pidió Jared, —dijiste que lo conocías por medio de historias y fotografías.

Duncan asintió y, sin soltarle ni dejar de caminar, relató lo que en un principio sabía de Héctor; también lo que verdaderamente ocurrió: la existencia de Fernando y la manera en la cual su madre sobrevivió a aquél ataque aún estado encinta.

Por la tensión del cuerpo del beta al finalizar la historia, justo cuando llegaban al auto, Jared decidió disculparse, —lo lamento, no tenía idea, yo-

—Está bien— interrumpió Duncan, —en un principio fue impresionante y algo doloroso, pero con el pasar del tiempo comprendí que la situación obligó a mi padre a tomar una decisión y, dadas las circunstancias del momento, cualquier elección suya habría tenido consecuencias, no puedo juzgarlo por ello— explicó antes de meterse en el auto del lado del copiloto. Y sí, si Héctor hubiera elegido quedarse al lado de Fernando, probablemente ni Duncan ni Dafne existirían, probablemente en ese momento no había mucho de dónde escoger.

Jared le siguió al interior, del lado del conductor, mordiéndose el labio al meditar algo que Dafne había dicho, luego sintió que el estómago se le hundió al darse cuenta de que era cierto y que esperaba no tuviera un desenlace similar.

—A eso se refería tu madre cuando dijo que te parecías a él.

—¿Qué?

Jared cerró los ojos por dos segundos, frunciendo el ceño y pensando en cómo expresarlo sin sonar tan egoísta, aunque después no le importó mucho.

—No lo hagas— dijo por fin, tomando la mano de Duncan de nuevo, —sé que incluso eres capaz de recibir una bala con tal de salvar a una persona que recién conoces, pero por favor no vayas a hacerlo; piensa en mí, piensa en nosotros.

—¿De qué estás habland-'?— Duncan por poco termina la pregunta justo cuando el nombre de Fernando le vino a la mente, su madre se había referido al desenlace como un "acto de cobardía"; pero estando él ahora es esta situación, con su pareja muy cerca, sintió empatía por aquél joven; no juzgaba la "opinión" de su madre, porque sabía que ella probablemente jamás había estado en una situación similar; pero con él era distinto, si algo llegara a sucederle a Jared, él... apretó el agarre, flanqueó el medio metro que los separaba, le besó la frente al comprender también su sentir y dijo, —puedes estar tranquilo, no haré ninguna locura, lo prometo.

—Ni siquiera por mi— agregó Jared en tono de exigencia.

Duncan torció los labios en una mueca exagerada, fingió pensarlo y dijo, —eso no puedo asegurarlo.

Jared estuvo a punto de insistir, hacer que se retractara, pero luego volvió a cerrar la boca cuando pensó que ese tema podría convertirse en una discusión, porque él no permitiría que dañasen a su pareja, y Duncan era Duncan; así que sería un "cuento de nunca acabar".

—Entiendo lo que quieres decir porque siento lo mismo, pero no estoy de acuerdo—, se limitó a contestar con seriedad y encendió la marcha del auto. Era hora de regresar a Muna, donde seguramente Omar, Alex y los demás les estaban esperando.

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ESPACIO PARA CHARLAR. Como verán, me salí de lo establecido, me parece que había dicho viernes o martes por la noche y hoy es miércoles; sorry por eso. Dato curioso, originalmente el nombre de Jared iba a ser Israel, pero luego, cuando fui redactando a mano las escenas (porque tengo un cuaderno de apuntes), sentí que el nombre no era acorde, y pues se lo cambié. Muchas gracias por su tiempo y atención. ¡Ósculos!  

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