2.

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Era una locura, una gran y descabellada idea. SeHun cómo un buen amigo, sabía que todo iba a salir mal, lo tenía tan claro como el sí las rosas son rojas. Do KyungSoo por ninguna razón aceptaría ir a un bar como su primera cita. JongIn estaba mal, no sabía aceptar un simple no como respuesta y Oh SeHun veía la desgracia a su frente, con claridad y pena.

¿Pero quién era él de todas maneras cómo para evitar algo así por parte del mayor? Claro, era el mejor amigo de ese idiota esperanzado.

A paso lento, entre las calles de Seúl, Kim JongIn iba tan encantador, sosteniendo esa desgastada mochila de siempre, sonriendole a cada individuo que veía por la calle. Se veía tan feliz, tan comprometido, haciendo que SeHun solo se ocultara tras el cubre-bocas que rara vez llevaba; solo los utilizaba en momentos de pena, donde estaba seguro que su dignidad temía. Pero esta vez no era la de él, era la de Kim JongIn, el chico que jamás se rendía. Ese mismo que estaba dispuesto a todo con tal de que Do KyungSoo, el chico roca, aceptara salir con él.

— Esto es una mala idea, JongIn.

Claro que lo era, nadie debía seguir a KyungSoo hasta su trabajo, nadie debía ir tras una persona en modo sigilo solo para pedirle una maldita cita. Era una mala idea y el sentido paranoico de SeHun estaba en su más clara expresión.

— ¿Mala idea? ¡Pero si a KyungSoo le va a encantar!— seguridad, era lo que sobresalía de la voz del mayor y era lo que le faltaba a Oh.

JongIn, como un chico enamorado, no entendía la actitud molesta de su amigo hacia sus actos; en algún momento sabía que SeHun iba a aceptar sus planes, en algún momento como su mejor amigo, le ayudaría a conquistar a Do KyungSoo, pasará lo que pasará, él estaba seguro.

Sin embargo, a cada paso que ambos daban, JongIn temía sus palabras. Había visto el sarcasmo en su máximo esplendor en el rostro del mayor, había apreciado la burla en esa encantadora mirada, con todo ello sintió vergüenza en un pasar de segundos y por si fuera poco, ahora dudaba de que SeHun en algún momento estuviera de acuerdo con el.

Todo era una mierda.

Los pasos del mayor se detuvieron con lentitud justo frente a la puerta de aquel local de café y pasteles. Los pasos de JongIn cedieron con claridad ante la vista del menor a su espalda, dándole ese aliento de tranquilidad que tanto le había faltado en cinco minutos de caminata y veinte segundos de conversación.

« ¿Se dará por vencido? »

El pecho de SeHun se sintió en gloria, en tranquilidad con ese cómodo sentir donde ningún problema abordaba la situación. Como si al fin, Kim JongIn pensará las consecuencias de sus actos, donde en un futuro no muy lejano, JongIn se ganaría todo y  completamente el odio irracional, de Do KyungSoo. SeHun sintió ese toque de placer y calma tras ver a JongIn dudar.

Abrir o no abrir la puerta, perder y afrontar las consecuencias o huir de ahí y esperar.

Cuestiones, sus mundos giraban en cuestiones. Cuestiones idiotas y sin sentido alguno. No obstante, ninguna respuesta ante estas, era clara, todas terminaban en perder y ganar a un precio sumamente estúpido donde realmente no perdían nada.

JongIn tentaba por llevar su mano a la barra metálica de la puerta, tentaba por empujar y abrir un encantador camino futuro con quien su persona deseaba, donde KyungSoo estaría entre sus brazos calidamente, sonriendo con alegría tras tomar de su copa y jurandole amor eterno.

Pero...

« ¿Do KyungSoo bebe? »

— Sí, esto es una mala idea.

Temeroso, sus manos bajaron a los bolsillos de su pantalón, hundiéndose en estos, obteniendo una pose incomoda tras ver a Do KyungSoo del otro lado de la puerta de cristal. Con un delantal, el mayor servía mesas cómodamente, entregando pequeñas tazas con té o café, sonriendole a la clientela sin problema alguno; mostrando esa encantadora mirada que jamás le daría a él.

Ahora, Kim JongIn se sentía patético y Oh SeHun, culpable.

Era su mejor amigo a fin de cuentas, aquel idiota muchacho que siempre le acompañaba en las buenas y en las malas, ese mismo chico que estuvo con él en sus más grandes problemas, en sus momentos más tristes y sin embargo siempre estuvo para él con todas y sus alegrías. SeHun se sentía culpable, JongIn también podía ser feliz, no debía porque darle la contra y hacer que toda la situación se viera mala. Pero SeHun no quería que saliera dañado, él conocía a Do KyungSoo, ese enano amargado que odiaba a los chicos cool como su amigo.

Poniendo los ojos en blanco como pocas veces solía hacer, dudando entre el sí y el no para su actuar, el menor tomo de la mochila de su amigo en cuanto este dio media vuelta para regresar a casa; sin embargo, con facilidad, SeHun actuó, arrastrándolo hasta esa puerta de cristal, sosteniendo con seguridad la barra de metal de esta para al final abrir de esta sin problema alguno.

No era realmente fan de las miradas, ni siquiera le gustaba llamar la atención, pero todo era por Kim JongIn y su estúpido enamoramiento con ese enano de cabello rojizo.

— ¡Do KyungSoo exijo que aceptes a Kim JongIn en una cita!

Un par de ojos abiertos hasta el borde, orejas rojas y una mandíbula apretada, fue lo suficiente para hacer dudar a SeHun, quien sostenía a un rígido JongIn tras de sí.

« ¡Huye! »

— ¿O no?— la duda floreció en el menor, actuando con vergüenza tras ver la cantidad de personas observándolos, desde diversión a furia plena.— No, creo que no...

— Crees bien...

Tres jóvenes yacían fuera del local, justo detrás de este en un pequeño cuadrado sin techo, recargados con vergüenza entre los contenedores de basura que habitaban en el lugar. Los dos menores de los tres jóvenes, hundidos de hombros, se mantenían callados, mientras el mayor de ellos, con furia en su mirada, los amenazaba plenamente con su puño al aire.

La cosa había pasado tan rápido que siquiera se dieron cuenta en realidad.

El jefe de KyungSoo llegó antes de que siquiera el mayor les estrellara dos tazas de café caliente en la cabeza, con eso el hombre mayor que los tres jóvenes, los tomó a todos del cuello de sus camisas con fuerza, lanzandolos fuera del lugar y amenazando con jamás dejarlos volver entrar, con jamás volver a dejarlos trabajar ahí, y hasta que no solucionarán sus problemas, podrían salir de ese pequeño cuarto asqueroso sin salida que usaban cómo basurero, ese donde toda los desechos posaban para hasta el fin de semana.

— ¿Por qué lo hicieron?— había molestia en la voz del mayor, irritación en sus ojos y odio puro.— ¿Saben? ¡Aun menos voy a salir contigo, JongIn! ¡Casi pierdo mi trabajo! ¿A caso me conoces? ¡No! Por favor, dejame en paz...

Desesperación, KyungSoo quería llorar; era tan tierno ante los ojos del moreno. Pero SeHun tenía otra perspectiva. Sin embargo, ambos estaban tan avergonzados, tan temerosos y dolidos con el mayor de los tres, JongIn incluso mantenía su labio inferior entre sus dientes, evitando soltar palabra incoherente alguna.

— Nosotros...

El mayor levanto la mano para callarlos en cuanto el pequeño susurro toco el aire con temor, dejando a ambos con los hombros hundidos y cabezas bajas aun por más minutos.

La escena era patética, ahora JongIn estaba tan seguro de que el perfecto chico de labios lindos y mirada encantadora, que por nombre llevaba el mejor, siendo proclamado cómo Do Kyung-chico roca-Soo, jamás de los nunca, ni en su más remota gota de cordura, aceptaría, siquiera, un vaso de agua por su mínima parte. Jamás, ni aun que la pistola tocara su cálida carne.

Y sí, fue una mala idea.

— Ahora si me permiten, por favor. Hablaré con MinSeok, le diré que solucionamos el problema y ustedes se irán de mi vida.— soltando un suspiro, KyungSoo los observó con detenimiento pasándose los dedos sobre la sien con calma.— Para siempre.

Una Cita. [kaisoo] Where stories live. Discover now