Prólogo

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Éramos aún unas niñas, el día de nuestra primera pelea.

El origen de nuestro asco hacia la otra fue una crayola, sip, es raro pero sabes bien que no miento.

 Debíamos de tener seis años. La maestra nos pidió dibujarnos a nosotros mismos en el papel. Habías dibujado un óvalo al centro de la hoja, dos círculos grandes y verdes para representar tus ojos, tu cabello marrón eran conjuntos de líneas dibujadas desordenadamente sobre el óvalo. Querías la crayola rosa para pintar los labios de tu creación, pero yo lo necesitaba para colorear las mejillas de la mía.

Comenzamos a gritarnos groserías, (lo que dejó a los demás niños y a la maestra estupefactos) me escupiste en la cara, yo te jalé el cabello y acabamos en una emocionante batalla por la crayola.

La maestra nos regañó y nos obligó a salir del salón, aunque nunca se enteró que proseguimos con la pelea en el exterior hasta agotarnos.

Para ti, yo era un bicho raro, una nerd y una antisocial. Mientras que para mi eras una niña mimada, que se creía la mejor entre todas y una deserebrada.

Los días pasaban, insultarnos y empujarnos de vez en cuando se volvieron acciones comunes entre nosotras. El desagrado fue creciendo con los años, nos hacíamos bromas pesadas y nos odiábamos con todo el alma. Eso todos lo sabían y nadie nunca se interponía en nuestras peleas, era bien sabido que ni un apocalipsis zombie lograría detenernos, o eso creímos. Sin embargo, hubo un evento que lo cambió todo, para siempre.


"Y ya no sabía si te odiaba o te amaba, porque eras de esas chicas que una detesta querer"

Te Odio, Princesa (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora