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Jamás hubiese participado en ese juego adolescente, ni por cientos de billetes, si alguien me hubiese advertido que tú estarías allí.

Pero fue muy tarde cuando vilsumbré tus mechones entintados, por causa de tus manos morenas la botella ya estaba girando, decidiendo quiénes serían sus primeras víctimas.
Y se volvió lenta, indecisa, peligrosa. Y como en película de terror, el monstruo de detuvo y me miró a los ojos.

Varios rieron, otros hacían muecas de asco. Yo traté de que el contacto de nuestros labios no durara más de lo necesario.

La reina de la escuela se unió al coro de risas. Y no sé qué esperaba, pero me sentí decepcionada.

Te Odio, Princesa (En Edición)Onde histórias criam vida. Descubra agora