194. El diario de Jimi

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Ella y Laura caminaron con rumbo al campamento.

— ¡Lucy, salva a Zac!— le grito George a la profesora—, ¡Salva a tu casi alumno! ¡Y si tienes suerte también podría ser tu casi sobrino!

Las vimos llegar.

— ¿A dónde van ellas?— preguntó Zac, detrás de mí.
— A salvar a Zac del asesino— dijo Evan.
— ¡Estás aquí!— dijo Will, sorprendido.
— ¿Dónde estabas?— le pregunté.
— Fui al baño— dijo Zac.
— ¡Oh no!— dijo George—, ¡Lucille fue a buscarte! ¡La matarán! ¡Aguanta Lucy, voy por ti!

George salió del agua rápidamente.

— ¿Qué asesino?— preguntó Zac.
— El que mata adolescentes— dijo Evan.
— ¿No deberíamos ir a salvar a Laura?— preguntó Will.
— Créanme— dijo Jason—, si hubiera un asesino sería más fácil que ella lo mate a él que él a ella.

Escuchamos un grito. Salimos de ahí rápidamente. Corrimos. Encontramos a George en el suelo. La profesora estaba con él.

— ¡George, resiste!— dijo ella desesperada.
— ¿Qué pasó?— preguntó Zac.
— Pensé que era el asesino— dijo Laura—. Así que lo golpeé con una rama de árbol.
— Les dije— dijo Jason—. Laura no corría peligro alguno.
— ¡Voy a morir!— se quejó George—, ¿Por qué siempre que estoy junto a Laura me pasan cosas malas?
— Lamento eso— dijo Laura—. Pero no debiste acercarte silencioso a tocar mi hombro.
— Tranquilo, estarás bien— le dijo la profesora—. Will es un médico increíble y va a cuidarte.
— A simple vista— dijo Will—, parece que no le pasó nada.
— Laura, por favor— le dijo Zac—, contrólate, George no tiene neuronas de sobra como para que las mates a golpes.
— ¿Por qué mi casi alumno está con ustedes?— preguntó la profesora.
— Porque no estaba perdido— dijo Jason—. Sólo fue al baño.
— ¿Casi alumno?— preguntó Zac.
— Y casi sobrino— dijo George.
— Eso sí que no— dijo la profesora.
— ¿Qué?— dijo George, que se levantó de la nada—, ¿Por qué no?
— ¿No te estabas muriendo?— pregunté.
— Les dije que no tiene nada— dijo Will.
— Sí, no le di tan fuerte— dijo Laura.
— Porque no— dijo la profesora.

Se fue enojada. George la siguió.

— Pensé que todo entre ellos ya estaba bien— dije.
— Quizá quien debió recibir el golpe debió ser la profesora— dijo Zac.
— Aún tengo la rama— dijo Laura.
— No van a golpear a mi prima— dijo Evan.
— ¿Y a George?— preguntó Laura.
— No, como dije, no tiene neuronas de sobra— dijo Zac.

Los observamos. George seguía a la profesora. Ella regresó, igual de enojada.

— ¡Deja de seguirme!— le gritó a George.
— ¡No, ya deja de ser tan tonta y dime que me amas!— le dijo él.
— ¡No te amo!— gritó ella.

Zac nos observó.

— ¿Qué tan malo es para un adolescente escuchar este tipo de discusiones?— preguntó.
— Mucho— dijo Jason.
— Jimi— me dijo Zac—, cúbrete los oídos.
— Pero...— dije.
— Jovencito, obedece— me dijo.
— ¿Y si mejor hacemos que paren de gritarse?— preguntó Laura.
— Eso sería mejor— dijo Jason—. Si ponen atención, su discusión no tiene sentido.

Los observamos en silencio.

— ¡Me debes un zapato!— le gritó George.
— ¡No fue mi culpa que se lo lanzaras a un sujeto!— se defendió ella.
— ¡Sí fue tu culpa, ahora cállate y cásate conmigo!
— ¡Un zapato no vale tanto como un matrimonio!— dijo ella.
— ¡Claro que sí!— dijo George—, Will, dile que sí.
— ¿Por qué Will sabría algo así?— dijo Zac—, con trabajo sabe en dónde dejó su auto y ustedes le piden más.
— Sí sé en dónde dejé el auto— dijo Will.
— ¿En dónde?— pregunté.
— Eh... por ahí— señaló él, indeciso.
— Por ahí están las montañas— dijo Zac.
— Entonces no sé en dónde está— dijo él.
— ¡Si te casas conmigo encontraré el auto de Will!— le dijo George a la profesora.
— ¿Eso qué tiene que ver conmigo?— le dijo ella—, ¡Proponle matrimonio a Will entonces!
— ¡Will es demasiado hermoso como para casarse conmigo!— dijo George.
— ¿Qué significa eso, que yo soy fea?
— ¿Qué? ¡No! ¡Deja de encontrarle doble sentido a mis palabras y cásate conmigo!
— ¡Nunca!

Esa conversación se estaba volviendo muy extraña.

— ¿Qué quieres que haga?— dijo George—, ¿Que viva soltero para siempre?
— ¡Sí, claro!— dijo ella.
— ¡No, ya deja de pelear y cásate conmigo!

George se acercó a ella y la tomó del brazo. Ella trató de librarse, pero no pudo. Estaban literalmente, peleando de verdad.

— ¿Deberíamos separarlos?— pregunté.
— Le apuesto 20 a la profesora— dijo Zac.
— Trato hecho— dijo Jason.
— ¿No van a separarlos?— pregunté.
— 20 a la profesora— dijo Laura.
— Sin duda va a ganar ella— dijo Will.
— Jason, vas a perder dinero— le dijo Zac.
— ¿En verdad van a apostar en lugar de separarlos?— dije.
— Jimi, todo saldrá bien— me dijo Evan—. Zac, 20 a Luz.
— ¿Tú también?— pregunté.

Los observamos. Seguía forcejeando entre ellos y gritándose cosas. Entonces, George tropezó y cayó. La profesora se sentó encima de él, como señal de victoria.

— ¿Algunas últimas palabras?— le dijo ella.
— Sí— dijo George con dificultad—, claro que sí... Lucy... cásate conmigo.

Sacó de su bolsillo un anillo y se lo enseñó. Me quedé sin palabras.

Ella parecía tan sorprendida como nosotros.

— ¿Es... es... en serio?— preguntó ella, incrédula.

George se levantó. La observó.

— Soy un desastre— dijo él, mientras la veía a los ojos—. Siempre lo he sido. Y no había nada en mi vida que me apasionara. Nada que realmente quisiera. Hasta que te conocí. Sí, seguí siendo un desastre pero me sentía menos perdido... sentía que por primera vez en mi vida tenía un propósito... que por primera vez tenía algo que me apasionaba tanto como para... hacer que abandone todo. No soy perfecto, pero tú sí lo eres. Cuando estoy contigo me siento como si fuera perfecto. Como si no me hiciera falta nada en la vida. Eres mi todo... y no quiero vivir más tiempo sin ti.

Ella estaba muy conmovida. Yo también.

— ¡Sí!— dijo ella mientras lloraba—, ¡Sí quiero casarme contigo!

Lo abrazó.

— ¿Es en serio?— preguntó Zac, perplejo.
— ¡Qué romántico!— dijo Laura mientras limpiaba sus lágrimas con su mano.
— ¿Por qué están llorando?— preguntó Zac.
— ¡Es tan hermoso!— dijo Will conmovido.
— No entiendo nada— dijo Zac—. Primero pelean y ahora van a casarse. ¿Qué clase de mundo es este?
— El mundo real— dijo Jason—. Y me deben dinero.
— ¡Felicidades!— dijo Evan, se acercó a ellos.

Nos acercamos.

— ¡Quiero ver el anillo!— dijo Laura.

La profesora, despeinada, mojada y con la cara muy roja, nos mostró su mano.

— ¡Abrázame Luz!— dijo Evan.
— ¡Abrázame primo!— le dijo George a Evan.
— ¡Felicidades!— dijo Will, mientras se unía al abrazo.
— ¡Abrazo grupal!— dijo Laura.
— ¡No, estamos todos mojados!— dijo Zac.
— Vamos, únete casi sobrino— dijo la profesora.
— Bien— dijo Zac—. Pero no me gustará.

Nos abrazamos.

Rumores De PasilloWhere stories live. Discover now