194. El diario de Jimi

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Me desperté porque escuché mucho ruido. Me levanté. No había nadie conmigo. Se suponía que Jason estaría ahí, porque fue con quien compartí casa, pero estaba solo. Salí. Sólo estaba Zac, sentado en un tronco de árbol.

— Buenos días, bello durmiente— me dijo él.
— Buenos días— dije, aún estaba un poco adormilado.
— ¡Buenos días, Jimi!— dijo Evan, que venía llegando, sin camiseta.
— ¿Qué está pasando aquí?— pregunté.
— Eres el último en levantarte— dijo Zac.
— ¿Por qué nadie me despertó?— pregunté.
— Porque parecías dormir muy tranquilamente— dijo Zac—. Como un bebé.
— ¿Por qué estás casi desnudo?— le pregunté a Evan.
— Estamos en el lago— dijo—. Le enseño a Laura a nadar.
— ¿No es muy temprano para eso?
— Casi es el medio día— dijo Zac.
— ¿Qué?— dije asustado—, ¿Dormí tanto?
— Como un bebé— dijo Zac.
— ¡Vamos a nadar!— dijo Evan.

Accedí. Me sentía un poco perdido. Los demás estaban en el lago.

— Debimos traer traje de baño— dijo Laura.
— Eso no hubiera sido conveniente— dijo Jason.
— ¿Por qué?— preguntó Will.
— ¿Se imaginan a la profesora en traje de baño?— nos preguntó.

La observamos. Ella estaba del otro lado, con George. Traía una camiseta y pantalones cortos, aún así toda su ropa se pegaba a su piel...

— Definitivamente— dijo Laura—, y me da un poco de envidia.
— Miren a George, casi podría jurar que está babeando por ella— dijo Evan.
— Acabo de entender porqué George siempre quería que fuéramos a la playa cuando éramos universitarios— dijo Will.
— Deberíamos ir a la playa un día— dijo Laura.
— Sería divertido— dijo Evan.
— ¿A la playa?— dijo Jason—. Podríamos ir en las próximas vacaciones.
— ¡Sería genial!— dije.
— Me sentiré más cómodo en la playa que aquí, en donde temo que aparezca el monstruo del lago Ness— dijo Evan.
— Este no es el lago Ness— dijo Laura.
— Pero podría tener su propio monstruo— dijo Evan.
— Claro que no— dije—. Zac dijo que todas esas cosas no existen.
— Zac dice muchas cosas— dijo Evan.
— Por cierto— dijo Laura—, ¿En dónde está él?

Miramos al campamento. No estaba.

— Ahí estaba— dije—. Quizá se metió a una casita.
— O tal vez apareció un asesino serial con una motosierra y lo asesinó— dijo Evan.
— ¿No sería más práctico un cuchillo?— preguntó Jason.
— No— dijo Evan—, a los asesinos les gusta complicarse la vida.
— Dejen de hablar de eso, me ponen nerviosa— se quejó Laura.

George y la profesora se acercaron a nosotros.

— ¿Han visto a Zac?— les preguntó Will.
— No— dijo George—, pensé que estaba aquí.
— Debe andar por ahí— dijo la profesora.
— O si no entonces un horrible asesino lo mató y escondió su cuerpo— dijo George.
— ¡Zac es demasiado hermoso como para morir!— se quejó Laura.
— Pero es un adolescente— dijo la profesora—. Los asesinos aman matar adolescentes.
— ¿Quién será el próximo?— preguntó Evan.
— No lo sé— dijo George—. Por suerte yo soy un adulto.
— Cierto— dijo la profesora—. Estoy a salvo.
— ¿Significa que uno de nosotros es el próximo?— dijo Laura asustada.
— Hay que separarnos para buscar a Zac— dijo Evan—. Laura y Jason irán a ese lugar oscuro y lúgubre que tiene fama de ser un portal a otra dimensión. George y Luz irán a lo profundo del bosque, en concreto a la parte en donde dicen que se aparece el fantasma de una mujer. Jimi y yo iremos a las montañas, en donde dicen que desaparecen personas misteriosamente. Will se quedará aquí en caso de que regrese Zac. ¿Entendieron?
— Se supone que vamos a buscar a Zac— dijo Jason—. No a buscar nuestra muerte.
— Este bosque tiene muchas zonas peligrosas— dijo la profesora.
— Sí— dijo George—, por eso somos los unicos aquí. Si me disculpan, seguiré con el plan y me iré a lo profundo del bosque.
— Evan, no te ofendas— dijo Laura—, pero tu plan es terrible. Además, ¿Porqué deberíamos separarnos? Los protagonistas de las películas de terror siempre hacen eso y siempre se mueren.
— Debemos quedarnos juntos— dije.
— ¿Y Zac?— dijo Will—, ¿Qué pasará con él?
— Alguien debería ir a buscarlo— dijo Jason.
— De preferencia alguien que no sea un adolescente— dijo Laura.
— George— dijo la profesora—, buena suerte. Fue un placer conocerte.
— ¿Yo porqué?— preguntó él enojado.
— Porque Zac es tu casi sobrino— dijo Laura—. A tu hermana le daría un ataque al saber que desapareció su único casi hijo.
— Que te vaya bien— le dijo Evan mientras lo empujaba—. Saluda al asesino de mi parte.
— ¡Yo no quiero ir!— se quejó él.
— Supongo que inevitablemente tendrá que ir Will— dijo Jason.
— Como un príncipe que va a salvar a su princesa—dijo Laura.
— Zac es todo menos una princesa— dijo Evan.
— Son todos unos bebés— dijo la profesora—. Yo iré a buscar a mi casi alumno.
— Sobre todo Jimi— dijo Laura—, durmió como uno.
— ¡No soy un bebé!— dije.
— Tranquilos— dijo la profesora—. Salvaré a mi casi alumno.
— No— dijo George—, no dejaré que vayas así. Evan, ve con ella.
— ¡Claro que no!— dijo él—, ¡Soy un adolescente, podría morir! Además, debo quedarme a cuidar al bebé.
— ¡Qué no soy un bebé!— me quejé.
— Está bien— me dijo Laura mientras le daba palmaditas a mi cabeza—, la profesora se hará cargo de esto y después podrás ir a dormir todo lo que quieras.
— ¡No soy un bebé!— dije.
— En vista de que son unos cobardes— dijo la profesora—, iré sola.
— Eh... de hecho— dijo Will—, no debes ir si no quieres. Puedo ir a buscar a Zac yo solo.
— Will, deja de querer llamar la atención— le dijo la profesora—. Iré yo sola.
— No puedo aceptar eso— dijo Laura—. Iré contigo.
— Ya les dije que puedo ir yo solo— dijo Will.
— Will, cállate y cuida al bebé— dijo Laura—. Estamos tratando de ser heroínas, no nos interrumpas.
— ¡No soy un bebé!— dije enojado—, bien, iré yo por Zac.
— ¡De ninguna manera!— dijo Evan mientras me abrazaba—, ¡Todo menos eso! Incluso estoy dispuesto a aceptar el sacrifico de Zac, por el bien de mi bebé.
— Zac sigue vivo— dijo Laura, repentinamente seria—. Lo salvaremos. Pero si no regreso... díganle a mis padres que los amo.
— Les pasaré tu mensaje— dijo Jason.
— Hay que hacerlo— dijo la profesora.

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