En un exclusivo y selectivo Distrito donde solo podían costear su estancia multimillonarios empresarios, políticos, militares de alto rango, artistas, entre otras grandes personalidades, fue el lugar donde el destino decidió hacer una de las suyas.
...
Joey Wheeler era un joven de estatura promedio, cabello rubio, con unos ojos color cafés que si el sol se reflejaba en ellos se veían más claros casi como la miel, dulce y atrayente. Siempre era enérgico, impulsivo, positivo y le gustaba vivir la vida a su manera, bajo sus propias reglas y a su propio ritmo, sin duda era hermoso; solo había un detalle.
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Era un doncel, un débil, sumiso y delicado doncel. Ja, como si eso fuera posible, el hecho de ser un doncel no quería decir que no podía vestirse como quería, ni actuar como quisiera.
Él no era un típico doncel, durante una época se dedicó a ejercitarse y entrenar para nunca verse como un delicado y débil doncel. No, Joey quería que lo reconocieran como una persona fuerte y decidida capaz de salir a delante por sus propios medios.
Bajo del taxi que había tomado, subió hasta llegar a su departamento, justo cuando estaba entrando sintió como algo se abrazaba a él.
-Joey, que bueno que llegaste, estaba muy preocupado-
-Tranquilo Yugi, ya estoy aquí-
-Te extrañe, Joey- esas palabras las ocupaba su amigo sólo cuando se separaban durante un largo periodo, o le había sucedido algo y necesitaba del consejo de su amigo
-¿Qué sucedió, Yugi?-
-Lo volví a ver Joey, soy un tonto-empezó a llorar, Joey solo sentía como el pequeño aferraba sus brazos en busca de un consuelo
-Ay Yugi, te dije que te alejarás de él. Ese sujeto solo quiere aprovecharse de ti-
-Lo sé, porque no te hice caso, así esto no hubiera pasado-
-Yugi, hermano, platiquemos mejor sentados en la sala, ¿de acuerdo?- Joey ayudo a levantar a su pequeño amigo y ambos se encaminaron a la sala del departamento. Por un breve momento hubo silencio, ninguno de los dos quería hablar lo que sucedió ayer.
-Y bien, ¿me dirás que paso ayer?- por fin rompió el silencio el rubio
-Yo....ayer... vi a Ian, él estaba saliendo de un hotel con una mujer, me vio pero solo me ignoro- le contaba el pequeño doncel a su amigo –Quizás si yo me hubiera entregado a él, eso no habría sucedido-
-Por dios Yugi que cosas dices, tu primera vez tiene que ser con alguien que ames, no con cualquier imbécil-
-Pero es que yo lo amaba Joey-
-A penas y lo conocías... aghh- suspiro cansado el rubio -Que esta sea la última vez que te enamoras de un extranjero Yugi-
-Jamás me volveré a enamorar, nunca más Joey- si claro, como si eso fuera a pasar, Joey sabia lo enamoradizo que era su amigo que con solo unas palabras lindas y una sonrisa coqueta podía caer tan fácil, por eso era su deber cuidar de él.
-¿Porque no regresaste ayer?- alzo su mirada y pudo observar a su amigo, los noto – ¿Y esos moretones? ¿te volviste a pelear? Prometiste que no lo harías de nuevo, Joey-
