- ¿De verdad vas a decir algo? ¿O vas a quedarte ahí como una idiota?

Giré a mi izquierda para ver a una chica sentada con los brazos cruzados y el ceño fruncido. La reconocí casi de inmediato, esa era la misma chica con la que choqué hacía unas semanas, arruinándole la falda con el café. Ese día Walter dijo que yo era su novia frente a todos, poniendo toda mi vida patas arriba. Ahora era mi turno de hacer un pequeño espectáculo.

-Lo diré, si me dejas hablar en lugar de gritarme, -di un paso atrás, sorprendida por mi pequeño arrebato más que por el hecho de que mi voz no temblaba en absoluto. O tal vez sí, pero estaba más centrada en qué decía que en cómo sonar. Algunas personas intercambiaron miradas divertidas, pero todos permanecieron en silencio, lo que me permitió decir lo que pensaba. Agarré el extremo de mi camiseta y apreté los dedos sobre el material, con la esperanza de que de alguna manera me ayudaría a superar esto lo más pronto posible sin desmayarme en el proceso. Caer de la mesa solo para aterrizar en mi cara frente a todos era lo último que deseaba.

-Bueno... -comencé dubitativamente, parpadeando nerviosamente cuando mi visión se volvió borrosa por demasiadas emociones. Mi corazón latía como si acabara de hacer más de 500 flexiones y tuve que inhalar y exhalar algunas veces para calmar mis nervios. Me enderecé para parecer más valiente y decidí continuar-. Seguramente todos ya sabéis que Walter y yo somos pareja. Bueno, la verdad es que no estamos saliendo. Nunca fuimos pareja, -y probablemente nunca lo seremos pero este hecho lo iba a guardar para mí. Me tomé mi tiempo para mirar a las caras de las personas y descubrir lo sorprendidas que estaban. Algunos me miraban con la boca abierta, algunos cuchicheaban y me señalaban con emoción. De hecho, era una gran sensación, algo que necesitaban para entretenerse durante sus aburridos días en clase. Parecía que les había dado lo que querían, ¿no?

- ¡Lo sabía! –Gritó la chica de antes, levantándose de la silla con orgullo y una sonrisa en su rostro-. Era imposible que Walter saliera con alguien como tú. ¿Qué le hiciste? ¿Le chantajeaste?

Alguien como yo, ¿eh? Hice un gran esfuerzo para ignorar su comentario sobre mi persona. Una vez más alguien dijo que no era lo suficientemente buena para Walter, que no valía su atención. Aunque no debería pensarlo dos veces, me dolía oírlo una y otra vez. ¿Quiénes eran esas personas para saber si realmente era apta para él? ¿Y qué significaba exactamente? ¿Qué mi nariz era demasiado grande para que coincidiera con la suya? ¿Qué tenías las piernas demasiado cortas para atraparlo durante las caminatas por el parque? ¿Qué simplemente era demasiado fea?

¿No era él quien debía decidir quién le sentaba mejor? Tenía suficiente gente juzgando a los demás.

-Sí, tienes razón, ¿quién saldría con alguien como yo? –apreté los dientes, apretando aún más los dedos en la camiseta, casi rasgándola. Ya me hice a la idea. Era hora de volver a mentir, por última vez. Walter se preocupaba por su reputación, ¿verdad? Solo tenía que hacer que se pareciera al estudiante agradable e inteligente que todos conocían. Tomé otra respiración profunda antes de volver a hablar-. Solo quería ser popular, ser tan admirada por todos como él. La verdad es que lo usé para llamar la atención y Walter fue lo suficientemente amable como para ayudarme.

Hubo un silencio de muerte al principio y les llevó más de un minuto entender lo que acababa de decir. Lo siguiente que escuché fue un montón de malas palabras que ni siquiera quería repetir. Me sorprendió la cantidad de palabrotas que ni siquiera sabía antes. Al menos ahora podría decir que reamente aprendí algo en esta escuela.

Tratando de ignorar el pequeño caos en la cafetería, miré hacia adelante para encontrar a Iris, pero mis ojos no podían encontrarla entre la multitud. Me giré para ver la puerta de salida detrás de mí y luego la sensación de miedo sacudió todo mi cuerpo, apretando mi estómago hasta el punto de que casi vomité.

El Playboy tiene un Secreto, [SP#4]Där berättelser lever. Upptäck nu