Me dí la vuelta y me alejé caminando, no quiero estar cerca de él.

- ¡Te quiero! - Gritó, estaba a punto de llorar.

Me dí la vuelta, le dediqué una mirada llena de todo, menos amor, una lágrima amenazaba con salir de mis ojos, por lo que me dí la vuelta definitiva.

Caminé a paso lento, luego fui acelerando hasta darme cuenta de que ya estaba corriendo.

No quería voltear y que descubriera el dolor que me causaba, no quería sentir su lastima, mucho menos su compasión.

Desperté, estaba tan confundida por aquel sueño, pero de alguna manera me sentí poderosa y fuerte, sentí que tenía el control de la situación y era lo mejor.

Preferí pasar por alto mi sueño, ya que lloraría sí no me controlaba, desayuné sin problemas, o eso pensaba.

- Hija ¿te pasó algo? - Mi mamá, mi mejor amiga, siempre sabía que me pasaba.

- Mamá... - Susurré y se me quebró la voz, tenía un nudo enorme en la garganta, pero ni una sola lágrima atravesó mi rostro.

Le conté todo, detallando como la vez anterior, cómo me sentía y cómo lo enfrentaría desde ahora.

Mi madre tenía esperanzas puestas en mi, lo sabía, ella siempre ha querido que yo hubiera mostrado algo de emoción hacia un chico, cosa que en todos estos años no ha ocurrido.

Ni siquiera hoy, no lo he hecho, o no quiero demostrar la mínima emoción.

- Hija - Pensó un momento qué decir - A ese chico le debe de pasar algo en la cabeza para no haber estado allí contigo en el paradero.

Algo extraño sucedió cuando lo mencionó, fue como si me dieran un golpe realmente fuerte en el pecho, como si me faltara un pulmón, porque me costó mucho respirar.

Fue extraño.

Mi mamá al parecer lo notó, ya que dejó de hablar y depositó un dulce beso en mi frente.

De camino al colegio, preferí distraer mi mente con otras cosas, por lo que comencé a leer mi libro cumbres borrascosas que había empezado a leerlo apenas hace dos días.

Hasta ahora está bastante bueno, y me encanta este tipo de género, pero me detuve de repente cuando leí una frase que recordaré siempre que pueda.

"Es imposible que una persona muera por amor a un desconocido"

Lo dijo la señora Ellen, uno de mis personajes favoritos dentro del libro.

La frase se quedó dando vueltas en mi cabeza por un buen rato, logré entenderla y asimilarla, y de cierta forma, transformarla en parte de mi religión.

Sí nadie muere por amor a un desconocido, ¿por qué habría de llorar yo? ¿por qué debería sufrir por alguien a quién no conozco?.

Tenía razón, no debía.

Pero, entonces ¿por qué me costaba tanto verlo con otra persona? ¿por qué siento un dolor en el pecho cada vez que recuerdo sus ojos? ¿por qué tiene que doler tanto?.

Preferí dejar de pensarlo tanto, sí seguía así, terminaría en el manicomnio.

Mis amigas notaron mi cambio de humor apenas me vieron, como sí leyeran la mente.

- ¿Te sucedió algo? - Preguntó Pamela, Isadora estaba detrás de ella, bastante preocupada.

No quería mentirles, pero tampoco quería llorar, no quería abrir la herida de nuevo.

Eras Tan Para MíWhere stories live. Discover now