Dejenme Llorar

64 4 3
                                    

No era el día perfecto como para querer irme a dormir, lo que menos quería era ir a esa habitación oscura, que luego de lo que pasó, ya no tenía nada de especial para mi.

O eso era de lo que trataba de convencerme.

No estaba de humor para cerrar mis ojos, por lo que me puse los audífonos que estaban en la cabecera de mi cama.

No era recomendable escuchar música cuando uno está triste, porque te motivan demasiado a cortarte las venas y llorar desconsoladamente.

Pero yo no quería llorar, no quiero hacerlo.

Quiero ser fuerte y aguantar lo que pueda, además de que mi orgullo no me permitía llorar.

Sólo puse la música, estaba escuchando una buena canción, pero por azar de la vida, empieza la introducción de la peor canción que podía haber escuchado en ese entonces.

Eras tan para mi de la banda De Saloon, comenzó a sonar, por lo que no pude aguantar las ganas de escucharla.

Quería cambiarla porque sabía que si seguía escuchando, sería un mar de lágrimas y tendría pesadillas horribles.

Pero quería escucharla, al mismo tiempo, para llorar y desahogarme, sacar este peso de encima.

No pude, mi orgullo pudo más que mi deseo y saqué los audífonos del teléfono, paró la música de manera automática y un silencio rotundo se escuchó.

Me sentí tan sola en ese entonces, y me dormí pensando en esto.

Yo no lo quise, pero volví a la habitación oscura, antes anhelada, ahora no sabía.

Estaba en una esquina de la habitación, y aún no le veía, pero estaba ahí.

Comienzo a ver mejor y le veo salir de la otra esquina de la habitación, sonríe al verme y corre hacia mi.

En respuesta, yo también corrí.

Alejándome de él.

- ¡Victoria! - Gritó mi nombre, no hice caso y seguí corriendo.

No era tan rápida, pero aún lo dejaba atrás.

No quiero hablar con él, no quiero verlo más, no quiero estar cerca de él, no quiero recordarle más.

Su recuerdo, su aparición en mis sueños, sólo hacia que sintiera más rencor.

Seguí corriendo, pero me dió alcance en menos tiempo del esperado,  tomó mi mano, sentí la corriente eléctrica recorrer mi brazo entero,  la sensación ya no era agradable, sino escalofriante.

- ¡Sueltame! - Grité, jamás pensé que le gritaría algo así, tan hiriente.

- ¡No! - Ahora él gritaba - Explícame que pasó.

- ¡Déjame tranquila! - Grité de nuevo, no me soltó.

Tenía mi mano fuertemente agarrada, pero nadie sospecharía lo que hizo después.

Tiró de mi mano, hizo que perdiera el equilibrio, y me abrazó.

Su calor, su olor, todo eso me hizo olvidar lo que había pasado, era como estar en el paraíso de nuevo.

Pero mi orgullo seguía ahí, no lo abracé de vuelta, me quedé ahí estática, disfrutando su cercanía, pero lamentándola al mismo tiempo.

Me soltó, me miró estupefacto y sus ojos soltaron lágrimas, me dió tanta tristeza que estaba a punto de llorar, pero mi orgullo no lo permitió.

- ¿Por qué estás así? - Me preguntó, y se le quebró la voz, dos veces.

- Esa pregunta es para ti, no para mi - Le corté, seria, sin ánimos.

Eras Tan Para MíWhere stories live. Discover now