-Me voy a casa, -dije firmemente. Tratando de liberarme de su agarre, le envié una mirada de advertencia pero pareció ignorarlo. De hecho, su agarre se apretó aún más. Apreté los dientes con ira-. Déjame ir, Walter. Ahora.

-Lo haré, -dijo roncamente y su cálido aliento acarició la piel de mi rostro, dándome cuenta de lo cerca que estaba-. Cuando termine contigo.

-Eres increíble, -bufé girando la cabeza hacia la izquierda, sin poder mirarlo a los ojos más. Me tragué la irritación que estaba creciendo en mí debido a su comportamiento y la necesidad de tener siempre la última palabra-. Hazlo rápido, no tengo tiempo.

-Para Jake siempre tienes tiempo.

Lo miré casi de inmediato cuando terminó de hablar. El tono de su voz era bajo y sarcástico hasta el punto en que no podía entender si estaba herido o simplemente furioso. Fruncí el ceño y entorné los ojos. Lo miré con confusión escrita en toda la cara. - ¿Qué?

El agarre en mis muñecas disminuyó un poco y Walter se inclinó un poco hacia atrás, enderezándose. Lo estaba observando con determinación, con la esperanza de encontrar la respuesta a su extraño comportamiento, pero era imposible saber qué tenía en mente cuando lucía esa expresión indiferente en su rostro. Pero cuando quise darme por vencida, algo en él se rompió. Soltó mis manos y suspiró ruidosamente, alejándose un paso de mí, volviendo la cara. Parecía que la comprensión de sus propias palabras de repente lo alcanzó, como si realmente no pensara decirlo en primer lugar y el arrepentimiento estuviera comiéndolo por dentro.

Parpadeé un par de veces cuando Walter maldijo en voz alta, pasándose la mano por el pelo. Se mordió el labio inferior y sin darme cuenta, hice lo mismo. El sentimiento desconocido, algo entre la esperanza, el miedo y la anticipación, llenó mi cuerpo, haciendo que mi corazón latiera más rápido. ¿Acababa de escuchar algo que se suponía que no debía escuchar? En realidad, Walter... no, era imposible, no podía estar... celoso, ¿verdad?

E incluso si estaba mal, esa era la única explicación que mi mente me ofreció después de escuchar lo que Walter acababa de decir. Sus palabras de ayer y las acciones de hoy eran mutuamente exclusivas e increíblemente confusas. Si él era el que quería romper, ¿por qué me impedía irme? Si a sus ojos sólo era otra chica repugnante, ¿por qué estaba enfadado cuando finalmente decidí dejarlo ir? ¿Por qué me estaba dando esperanza, solo para decepcionarme un segundo después?

¿Y por qué mencionó a Jake? ¿De verdad escuchó sobre los rumores?

Abrí la boca para cerrarla un momento más tarde cuando me di cuenta de que no sabía qué decir. Ni siquiera podía hacer una pregunta, temerosa de la respuesta que podía escuchar de Walter. Lo estaba mirando con anticipación, esperando en silencio que hiciera algo y disipara mis miedos y dudas. Pero no hizo nada. Solo miraba el espacio frente a él, no estaba dispuesto a pronunciar una sola palabra y aún me mantenía en suspenso.

Podía irme casa o guardar silencio, esperando que ocurriera un milagro, pero ese silencio me estaba volviendo loca y no podía soportarlo más. Tomé una respiración profunda y exhalé en voz alta, reuniendo mi coraje para hacer algo. Ignorando la voz callada en mi cabeza, diciendo que me fuera lo más rápido posible, me obligué a decir su nombre. Pero antes de que pudiera abrir la boca, su cabeza se cuadró y miró en mi dirección, como si escuchara mis pensamientos. Me miró con ojos cansados, sin la ira que vi hacía unos momentos.

-Solo... olvídalo, -dijo en voz baja, pellizcándose el puente de la nariz-. Olvida lo que dije, olvídate de todo y vete a casa.

¿Así? No podía regresar sin descubrir la verdad. No podía irme sin saber el motivo de su extraño comportamiento. Puse las manos sobre la fría puerta de metal detrás de mí y ese simple movimiento me ayudó a ordenar mis pensamientos de inmediato.

El Playboy tiene un Secreto, [SP#4]Where stories live. Discover now