1- New York

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Eran ya las dos de la mañana y como de costumbre me hallaba caminando por las calles de la gran manzana cubriendo mi escuálido cuerpo bajo las muchas capas de ropa, por supuesto llevaba las piernas cubiertas con la delgada media rosa hasta los pies y como primera capa un vestido barato que el jefe nos dio para dar el último ballet del invierno, podía sentir las lentejuelas arañando mi espalda.

Estaba harta de que Jude abusara de mí, todo el tiempo buscaba la forma de quitarme la poca vida social que me quedaba, la cual se reducía a momentos como este: caminar por las calles hasta llegar a casa.
Las bailarinas no sufrían tanto como yo, algo que no comprendo porque todas nos encargamos de hacer el mismo maldito trabajo, los mismos saltos y giros. Pareciera como si mi cuerpo se desgastara con más facilidad.

Odiaba a Jude, aunque me había permitido entrar al mundo de mis sueños él hizo que se volviera una pesadilla. El escenario era mío pero tras bambalinas Jude era el jefe por sobre todo, hasta pareciera que de nuestros propios cuerpos. Le encantaba engatusar a las novatas y llevárselas a quien donde sabe a pasar la noche. Un día yo fui una de ellas. Atrás del escenario yo podía ver cómo Jude jugaba con las faldas de las chicas, sus manos pasaban el límite desde el cuello hasta las pantorrillas. El teatro parecía más un burdel de solo un cliente, Jude.


La noche estaba fría y escuchaba mis tacos hacer eco contra el asfalto, caminaba por la quinta manzana hacia mi departamento. Sorpresivamente comenzaron a caer pequeños copitos de nieve, nada especial, yo solo quería llegar a casa. Siempre llevaba las manos en los bolsillos y en una de ellas llevaba el gas pimienta por si algún hombre se le apetecía asaltarme, seis veces he sido sorprendida violentamente por asaltantes en la calle, esta noche podría ser la séptima.

Las calles estaban desoladas y había un silencio que pocas veces me asustaba, la acera siempre transmitía las vibraciones de los neumáticos contra el asfalto pero esta vez nada...
Podía divisar de entre la niebla la esquina de mi departamento no era aquel edificio si no el que le seguía a tres más.

Caminaba silenciosa, confiada y tranquila, sin embargo algo me sacó de aquel estado cuando escuché un estruendo ensordecedor en la calle de mi edificio, una explosión, al ruido le siguió una luz anaranjada y calurosa, era fuego. Corrí hacia el accidente con esperanzas de poder atender a algún mal herido, pero lo que hizo detenerme como hielo fue el horrible grito que escuché después. Era una mujer que gritaba:

"¡No, no por favor!"

¿Le hablaba a alguien?

Al llegar a la esquina un presentimiento me dijo que actuara con cautela porque el peligro acechaba. Era solo un presentimiento. Me acerqué hacia las llamas, pude distinguir de entre ellas un auto volcado, ¿Dónde estaba la mujer?
Otro grito desgarrador salió de la garganta de aquella muchacha, aquel horrible ruido fue disminuyendo, ella estaba luchando por algo. Su débil voz emitió un sonido como si la estuvieran ahogando en agua y luego se apagó. La mujer estaba tras las llamas ¿levitando? Podía ver sus pies unos cuantos centímetros sobre el suelo, la recorrí de piezas a cabeza y no fue hasta que vi el fuerte brazo de un hombre y su mano en el cuello de la chica, cuando me di cuenta de que se trataba de un asesinato... ella estaba muerta en las manos de su asesino.
Retrocedí lentamente para que aquel hombre no me viera, me metí a una pequeña calle y dejé que las sombras me ocultaran. El asesino cogió otro cuerpo del suelo, después de lanzar con una fuerza extraordinaria el cuerpo de la chica sin vida unos ocho metros adelante. ¿Qué le estaba haciendo? Levantó el cuerpo de aquella persona y acercó el cuello a su boca. Lo mordía, ¿Por qué? Lanzó aquel cuerpo luego de unos segundos.

Estaba al borde de las lágrimas, iba a matarme si emitía siquiera un gemido. Quería llorar y con mis dos manos tapé mi boca.

Era altísimo y grande de brazos, tenía unos ojos rasgados y el iris eran de un color blanco sin vida, unas ojeras que le hacían lucir como el más loco y desquiciado de los psicópatas. La sangre corría por su boca hasta manchar sus ropas oscuras.

El don de las Tinieblas | Crónica VampíricaWhere stories live. Discover now