—¡Es historia! ¿Quién se divierte con eso?

—¿Señorita Im, acaso quiere que le baile para que se divierta un poco?—preguntó su maestro, obligándola a entrar.

—N-no, no, lo siento— y corrió a su asiento, no sin antes escuchar un "¡Adiós!" de Jihyo desde su salón.

—¿Ya están todos? Ah, otra vez la señorita Kim.

—¿Cuál de todas? Hay como ochocientos Kim en ésta escuela— dijo un alumno cualquiera e irrelevante así que no le pondremos nombre.

—Ella— señaló la puerta el profesor, e instantáneamente ésta se abrió.

—No llegué tan tarde y usted lo sabe— apuntó con su dedo Jennie, caminado directamente a su siento, el cual estaba al lado de Nayeon, y adivinen quien estaba detrás de ella, exactamente, Momo. Por fortuna Sana estaba en la clase de Jihyo y al menos no tendría que aguantar al dúo japonés que no le tocó neuronas.

El profesor la ignoró, ya era costumbre. Al empezar nuevo semestre, los asientos y asignaturas habían cambiado, él esperaba un grupo menos rebelde y anarquista.

—Hola, Nayeon— se sentó, sin apartar su mirada de ella.

—Jennie, quien diría que si asistes a la escuela.

—Que nunca hayamos tenido una clase juntas no significa que no estudie— y el maestro comenzó a toser. Rodó los ojos y sacó una dona de su mochila— ¿Desayunaste?—Nayeon asintió.—Había traído una extra por si acaso.

—Yo la quiero.

—Momo, regresa a lo tuyo, ponte a fingir que lees o algo— Nayeon empujó su cara hacia atrás, sin quitar su forzada sonrisa.

—¡¿Momo?! Oh, ¡le diste una increíble paliza a una de las amigas de Zhou! ¡Fue increíble!— Jennie no pudo evitar gritar lo último, provocando que el profesor le amenazara lanzarle el borrador.

—No fue para tanto— se ruborizó, pero seguía mirando la dona.—Entonces...

—Toma— Jennie le sonrió y le entregó la dona a la emocionada Momo. Nayeon estaba apenada, ¿acaso no podía dejar de comer en algún momento?

—Gracias—ya tenía un gran bocado de dona en la boca. Nayeon cubría su cara completa por la vergüenza.

La clase transcurrió tranquila por no decir terrible. Cada que Jennie trataba de llamar la atención de Nayeon tenía que ignorarla pues Momo hacía cualquier cosa para que mejor la mirara a ella, pero no era intencional. ¿O sí?

Si Jennie le mostraba algún dibujo gracioso en su libreta Momo le preguntaba algo existencial a Nayeon. Si Jennie le pedía una pluma negra a Nayeon, Momo le pedía una pluma específicamente verde a ella. Si Jennie le contaba un chiste Momo susurraba que no entendía. Para Jennie no era molestia, de hecho le agradaba mucho Momo, pero no entendía por qué Nayeon no podía dejar de prestarle atención aunque fuese por unos minutos.

Pero estaba bien, Jennie no se sentía tan incómoda como Nayeon.

—La próxima hora la tendré libre, ¿quieres ir conmigo a...Pues, no sé...— Jennie tenía su mochila colgando en un hombro, la clase había terminado.

—¿A perder el tiempo en las canchas?— los dientes de Nayeon hicieron su mágica aparición. Y Momo comenzó a toser.—Seguro.

El par se fue y claramente no a sus respectivas clases. Jihyo salió y se acercó a Momo, quien miraba como se iban alejando.—¿A dónde fue Nayeon?

—No sé, deberías de preguntarle a Jennie— y salió de ahí, caminando con paso firme.

—Momoring, nuestra clase no es para allá.

A dos cuadras.Where stories live. Discover now