Dime...

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No importaba el tiempo que pasara, ni el clima, ni los días, ni las discusiones entre Muzun y yo debido a tu presencia, ni tampoco los Zoras que mi padre me presentaba, nosotros seguíamos siendo los mismos niños que nos conocimos en aquel entonces, practicando y jugando de vez en cuando, como así también nos dedicábamos a mirar los atardeceres en las bellas planicies al final de un arduo entrenamiento. Gracias a ti, había logrado dominar de mejor manera el arte del tridente, como también me ayudabas a nadar de mejor manera, ¿recuerdas que al comienzo siempre me ganabas en las competencias en el río? ¡Ahora tengo que hasta darte ventaja y aún así perdías!, me sentía muy bien al ser mejor que tu en algo, ya que eso significaba que te podía enseñar, que ahora iba a ser yo a quien tu admirarías, pero al tener ese pensamiento ya estaba condenándome a mi misma a ser tu seguidora, ya que solamente necesitaba tu sentimiento de vuelta ¿no crees?.

En fin, estoy segura de que recuerdas todo con la misma claridad que yo, e incluso pudiste haberte fijado en cosas que pasé por alto, después de todo siempre fui una despistada ¡y te burlabas de eso!. Siempre se me perdía mi bolsa de rupias y en verdad la tenía amarrada en mi cintura, y tu solamente te reías y yo no entendía lo que pasaba, eras muy cruel en ese sentido, pero sinceramente ahora que lo pienso de mejor manera, me gustaba que me jugaras conmigo de esa forma, significaba que tenías la confianza para hacerlo, en especial porque nunca fuiste alguien de muchos amigos. Aun recuerdo todo lo que me contaste acerca de tus amigos cuando eras pequeño, el cómo te dejaron solo porque le tenían miedo a tu padre y lo exigente que era cuando entrenaban, y lo mal que te sentías debido a ello, ya que ellos no apoyaron tu sueño y ganas de ser espadachín, solo decían de que deberías haber sido granjero y cuidar los animales como lo hacían ellos. No te apoyaron por ser distinto al resto... y créeme que te entendí completamente. Yo tampoco nunca encajé de lo mejor dentro de mi tribu, Muzun siempre me decía de que tenía que comportarme e incluso vestirme de cierta forma por ser la princesa, pero lamentablemente nunca me sentí cómoda con ello, solamente lo hacía para complacer a mi familia y que no me criticaran. Por eso te doy las infinitas gracias por aceptarme tal cual era, estoy segura de que nunca te importó si era una princesa o una Zora cualquiera, solo me quisiste de manera sincera. Considero que es uno de los más bonitos actos de amor que existe.

Una de las cosas que más recuerdo fue cuando ya transcurrido los meses, nos hicimos conocidos a través de todo el reino aunque no precisamente por estar juntos, sino más bien de formas separadas; yo por ser la princesa de mi tribu y tu por ser uno de los mejores con la espada, hasta el punto de convertirte en espadachín real, ¡estaba tan feliz por ti!, veía tus ojos tan brillantes cuando me hablabas acerca de que ibas a proteger a la princesa del reino, y de que te hubiese gustado mucho de que tu padre te hubiese visto, pero yo estaba segura de que ya estaba orgulloso de lo que habías logrado, yo misma estaba orgullosa y casi tan emocionada como tu.

Lamentablemente, ello llevó a que nos empezamos a ver muchísimo menos. Tenías que acompañar a la princesa en muchos viajes y hacer entrenamientos especiales aún más duros de los que hacías conmigo. Recuerdo que me contabas que te estaban exigiendo mucho en aquellas prácticas, pero te sentías tan contento que no te importaba quedar tan cansado, el esfuerzo valía la pena. Te echaba mucho de menos, pero sabía que eras muy feliz, y con eso, yo también lo era.

El tiempo pasó y luego nos llegó el rumor de que un gran mal se acercaba e iba a atacar Hyrule en cualquier momento, la verdad en el momento no le tomé importancia, puesto que los rumores siempre llegan y se van tan rápido como llegaron. Pero la situación se tornó seria cuando la princesa Zelda nos fue a visitar personalmente a pedirnos ayuda para poder tratar de manejar algún mecanismo de defensa contra este tal "Ganon", que en este caso fueron las bestias divinas. Se me asignó a mi como la elegida para controlar a la bestia Vah Ruta, por lo que me sentí algo presionada por la gran responsabilidad, pero cuando supe que estabas tu involucrado en el plan de Zelda, mi mente volvió a la normalidad y pensé en dar lo mejor de mi, como siempre lo hacía contigo, así que comencé a tratar de aprender el cómo controlar Vah Ruta.

¿Recuerdas cuando llegó Sidon?, ¡era tan sonriente!, siempre contagiaba a todos con su particular sonrisa y manera de ser tan positiva que hasta el día de hoy le sigue caracterizando. Debo confesarte de que estaba observando cuando se conocieron por primera vez en el puente y tu no lo reconociste de primeras, pero él estaba ilusionado de conocerte, bueno, de reconocerte. Siempre estuvo celoso de que estuvieras cerca de la princesa Zelda, a él le hacía mucha ilusión el pensar tener una tarea tan importante como defenderla, aparte de que cuando la vio por primera vez cuando le estaba enseñando a subir una cascada, quedó bastante sorprendido de su hermosura, y no es de menos, Zelda es muy bonita, digna de una princesa de un reino tan importante como lo es Hyrule. Me gustaría volver a ver a Sidon de nuevo, el poder estar con él y abrazarlo nuevamente, aunque se que se encuentra bien, me gustaría que me hicieras un favor... ¿podrías darle saludos de mi parte? Y dile que estoy orgullosa de él.

Recuerda, siempre te protegeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora