S1

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POV Marina.

Llevo horas viendo a chicos semidesnudos, mojados mayores que yo con la excusa de enseñarlos a hacer surf. Es verano no tengo clases y disfruto en la playa en compañía de mis amigas aunque precisamente hoy todas estaban ocupadas.

Los chicos se me han ofrecido a pagarme pero yo obtengo la mejor parte del trato. Me encanta estar en el agua con mi tabla, después de aconsejar al grupo de adolescentes camino por la playa y subo las escaleras del café al aire libre en el que trabajo para dedicarme a mi segunda pasión; la creación de emparedados exóticos y divertidos.

Mientras atiendo a los clientes me doy cuenta de que no tengo ningún plan para después del trabajo. Todas mis amigas tienen algo que hacer y este es el tipo de noche que me gusta, si quiero puedo hacer surf a la luz de la luna o conducir por el paseo marítimo bordeando el pacifico rumbo a ninguna parte pensando en mis cosas.

Es lo mejor de no tener compromisos afectivos.

Aunque disfruto de mis noches libres y no me importa estar sola, hace demasiado tiempo que no hay ningún chico en mi vida. Y nadie más que yo tiene la culpa.

—Lo has vendido todo—dice Jessica mi mejor amiga y también camarera a tiempo parcial en el Wild Cherries mirando sorprendida los expositores casi vacios—Bueno a excepción de los brownies—Haces unos brownies horribles.

—Gracias—asiento sonriendo.

Por mucho que me pese Jessica tiene razón, a excepción de los brownies se ha vendido todo incluso el nuevo emparedado de pavo con mango. Soy capaz de combinar los ingredientes con una audacia admirable y de preparar las galletas más sabrosas del mundo pero los brownies siempre me salen mal. Sé por qué y prefiero no pensar en ello.

Jessica se apoya en la barra y su expresión divertida desaparece lentamente.

—Oh, Oh—la oigo decir.

— ¿Qué pasa? —le pregunto.

—Nada —niega.

Nuestra amistad se remonta largo tiempo atrás y nos conocemos mejor que nadie.

—Si no es nada deja de mirarme como si quisieras decirme algo.

—No te estoy mirando así—dice.

Me encojo de hombros y vuelvo a limpiar el mostrador.

Jessica suspira.

—Está bien—reconoce—Necesito que me hagas un favor.

—Ni hablar—la detengo.

Hace mucho calor y remojo mi frente antes de pasar un trapo a los expositores.

—No puedes negarte cuando ni siquiera sabes de qué se trata.

Jessica echa hacia atrás su cabellera negra y frunce los labios en un gesto que puede funcionar muy bien cuando se trata de chicos, pero conmigo no.

—Por supuesto que puedo—digo—De hecho acabo de hacerlo—Replico saliendo a cerrar las sombrillas de la terraza con vistas al Pacifico—Te conozco y sé que cuando me pides un favor con ese tono puede tratarse de un entierro.

Muevo el cuello para estirar los músculos y pienso que a falta de un chico, salir a nadar a medianoche es justo lo que necesito.

—Al menos puedes escuchar de que se trata—dice.

—No quiero una cita a ciegas—declaro tajante.

Jessica pone los ojos en blanco.

—Me da pavor como lees la mente—ríe.

—No hace falta ser adivino, estas saliendo con ese tal Stefan y te ha pedido que le consigas chicas a sus amigos—respondo.

—Lo siento pero es lo que pasa cuando se es la mejor amiga de alguien.

—Los halagos no te van a servir de nada, sabes que he tenido mucha paciencia con todas las espantosas citas a ciegas que me has organizado a lo largo de los cursos pasados en el instituto y no tengo ningunas ganas de soportar otra.

—No todas fueron espantosas—se excusa—Además estos chicos no van a nuestro instituto.

—Solo diré dos palabras: Don Dedos.

—De acuerdo, pero esa la puedo explicar, se me había olvidado tu extraña manía con los pies, además ¿Por qué iba a saber lo de su accidente con la cortadora de césped?

—Esta noche no quiero salir con nadie—digo.

—Mejor, porque la cita es mañana—sonríe.

Vuelvo a la cocina echando un vistazo para comprobar que todo esté en orden, lo único que me queda por hacer es apagar las luces. Puedo salir o sencillamente subir a mi piso uno que mis padres me han alquilado para que pasara las vacaciones, justo encima del café. Es un apartamento un poco pequeño pero me gusta y ahora es mío, es mi casa al menos durante el tiempo que este de vacaciones y no tenga que volver al odioso instituto.

—Mañana estaré ocupada.

—Por favor Mar—dice con un gesto de suplica—Lo único que te pido es que salgas un día con el amigo de Stefan, me he asegurado de que sea tu chico ideal, es guapo, tiene buen cuerpo y su familia no es pobre.

Apago las luces, cierro con llave la puerta de la cocina y desplego la verja de la zona del patio.

—Y aun así necesita que le consigan una chica, hay algo aquí que no me cuadra.

Veo a Jessica llevarse los dedos a las sienes y cierra los ojos. Cuando los abre están llenos de emoción.

—Este tipo me gusta mucho Marina—eleva las cejas en forma coqueta.

La miro con detenimiento, hace más de diez años que nos conocemos, desde el jardín de niños y hemos pasado por muchas cosas juntas. El despreciable divorcio de los padres de Jessica, el suicidio de su madre cuando tenía doce años y la sobredosis de un amigo cuando teníamos trece. Y a los catorce perdí a mis abuelos y a mi hermana en un accidente de tráfico. Entre las dos hemos recorrido más kilómetros en la carretera de la vida que la mayoría de las personas de nuestra edad tan solo tenemos diecisiete años.

Y vamos sobreviviendo cada una a su manera, Jessica se ha quedado con su padre que ha vuelto a casarse y había tratado de estudiar para conseguir un buen trabajo en el futuro pero finalmente decidió que lo de estudiar no era para ella y aunque tenga la obligación de asistir al instituto afuera se dedica a hacer caricaturas y a trabajar junto a mi siendo una agradable camarera en el Wild Cherries.

Se le da suficientemente bien lo que hace para vivir holgadamente y completar sus ingresos, de vez en cuando, si tiene espacio se une a mí para dar clases de surf y así ganar algo más de dinero.

Les dejo a la protagonista en multimedia, espero que les guste la historia. 



SeducemeWhere stories live. Discover now