Capítulo 29

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Siraj y Kariima querían, de verdad que querían cooperar con sus madres, por los dioses era su propia boda la que estaban planificando, pero sus madres eran algo difíciles de persuadir cuando se empeñaban en algo, las dos primeras semanas habían sido de lo más tranquilas: él tuvo que someterse a los cuidados de Kariima y el sequito de mujeres que deseaba cuidarlo fervientemente, su parte favorita había sido cuando por fin podía quedarse con Kariima durante el día aunque muchas de esas ocasiones habían sido interrumpidos por los numerosos hermanos y hermanas que tenían, si bien él no podía perdonar a sus hermanas por lo ocurrido con Kariima, tampoco podía hacer como si no existieran e incluso se admitía que gracias a ellas había reencontrado al amor de su vida, así que al final de todo fueron disculpadas mas no perdonadas por sus acciones y ocasionalmente la pareja les recibía por un rato, solo hasta que los ácidos comentarios de Siraj salían a la superficie y Kariima trataba infructuosamente de suavizar la situación. Los hermanos se dedicaron a tratar de burlarse de él, pero con prácticamente la tacita aprobación de Kariima, Siraj salió airoso y divertido de cada intento de burla; si, aquellas dos semanas habían sido el paraíso para ellos: a sus madres apenas y las veían, salvo contadas ocasiones en las que iban a visitar al enfermo y preguntaban acerca de algún detalle sobre la cercana boda, el infierno real comenzó un par de días después de que Siraj por fin pudiera andar sin supervisión, eran acosados de día y de noche, a la hora del desayuno, la comida y la cena, cuando caminaban por el pueblo o cuando se sentaban en el jardín principal del palacio, sus madres, sus hermanos y prácticamente todo el reino estaban empeñados en no darles ni un respiro, regalos de todas partes llegaban: de Cali, del pueblo de Alea, de lugares con los que ambos reinos estaban relacionados; todo era caos: las mujeres se la vivían planificado hasta el más mínimo detalle, Akil y los hermanos de Kariima planificaban cada travesura que pudieran para Siraj, pues una vez casado los juegos empezarían a disminuir hasta desaparecer y dada la juventud del heredero de Cali parecía injusto que pasara el resto de su vida en medio de las formalidades que su matrimonio le iba acarrear, el palacio estaba patas para arriba con el ajetreo de lo sería la fiesta más importante desde que los reyes se habían casado.

Los novios no estaban preparados para tanto ajetreo, Siraj incluso rogo por que la herida se volviese a abrir, solo si eso detenía todo ese caos por un par de días... pero no, eso no ocurrió. Kariima no podía creer que existiera algo más horrible que enfrentar la ira de su madre y su futura suegra, sin embargo existía: no había nada peor que tener a no solo una sino dos reinas ansiosas de hacer la boda más espectacular de sus vidas. Así que completamente desesperados y exhaustos se refugiaron en el mismo escondite de sus padres.

– ¿Estas segura de que no nos buscaran aquí? – se oyó fuera del despacho de Kail, distrayendo a tres hombres de sus efímeros pasatiempos

– Segura, dime ¿Acaso has visto a nuestros padres últimamente? – Al parecer discutían las virtudes del escondite, fuera del mismo

– No – le contesto sincero

– mi mama piensa que papa fue a la concentración militar con tu papa y con Kamil, pero esta mañana los vi entrar aquí

– Chica lista – le dijo Hakim a Kail dentro del despacho, mientras continuaba con su lectura

– Pero eso solo significa que los vamos a interrumpir – refuto Siraj desde fuera

– Qué considerado – murmuro con sarcasmo Kail desde su silla

– Y aunque no fuera así – continuo Siraj afuera – eso no nos garantiza que ellas no nos busquen aquí

– A mama no le gusta estar en el despacho de papa – contestaron, Kariima desde fuera y Kamil desde dentro, Kail solo refunfuño. Kariima tomo la mano de Siraj – venga y si estoy equivocada por lo menos tendremos un rato a solas...

LA ESCLAVA Y EL REY: AtadurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora