Capítulo 37 El Pasado siempre está Presente

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—Después John.

—No, ya.

—¿Puedo irme? —interpuso Teresa.

—No —mencionó Sherlock—. John, más tarde hablaremos sobre nuestra confianza, ¿de acuerdo? —No obtuvo respuesta—. Necesito hacer algo más importante.

—¿Cómo qué?

—Necesito averiguar algo sobre Richard, y tú —dijo mientras volteaba a ver a Teresa— vas ayudar con ello.

—¿Y yo por qué?

—Porque no por nada te tengo aquí —respondió mientras se daba la media vuelta—. Los dos síganme.

Sherlock caminó hacía el fondo del pasillo, Teresa y John se observaron y decidieron seguirle. Llegaron a la parte final del pasillo y Sherlock se posicionó frente a la puerta del estudio de Richard.

—¿Qué haces? —impactada cuestionó Teresa.

Él ignoró la pregunta y colocó ambas manos en las perillas, las movió y notó que estaban cerradas.

—Abre —ordenó Sherlock al momento que volteaba a ver a Teresa.

—Pero es...

—Abre —repitió molesto.

Sin insistir más, Teresa sacó las llaves de su bolso y se acercó a las puertas a remover el seguro. John escéptico contempló toda la escena hasta que el clic de la cerradura lo hizo volver en sí. Sherlock se adentró a la oficina, John se fue detrás de él y Teresa no tuvo más opción que seguirles.

—¿Se puede saber por qué demonios estamos allanando la oficina de Richard?

Sherlock alzó su mano hacia la cara de John, un leve "shh" provino y el doctor obedeció a mala gana. El detective analizó a su alrededor, examinó con recelo cada rincón del lugar cuando movió sus ojos hacia Teresa. Ella se mostró alerta. Sherlock, sin dejar de mirarla, apuntó hacia el enorme librero de la oficina y ella obedeció.

 Sherlock, sin dejar de mirarla, apuntó hacia el enorme librero de la oficina y ella obedeció

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Una vez acomodada, Sherlock volteó con John y su única acción fue que le siguiera. Sin comprender ya nada él le siguió.

—Cámaras... cámaras —susurró el detective.

—¿Qué? —cuestionó John. Él insistió con guardar silencio—. ¡Dime que es lo que está pasando Sherlock! —exclamó John en voz baja.

—Moriarty —respondió.

—¿Cómo?

—Teresa —ignorando a John, llamó con la mayor suavidad. Ella volteó a verle—, revisa el librero. Busca, ya sea cámaras de seguridad, micrófonos o cualquier cosa que sea de origen sospechoso.

—Si.

La joven mujer obedeció. Sherlock se mantuvo analítico con el lugar, había ignorado por completo la extraña situación en la que John se encontraba; el detective posó la mirada sobre el estante detrás del escritorio y veloz palmeó el pecho de John.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now