Capítulo 37 El Pasado siempre está Presente

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John por unos momentos parpadeó perplejo luego posó sus ojos en su amigo.

—Sherlock —habló sereno y apuntó a Teresa—. Lo que ella me está diciendo, es que, ¿forma parte de tu red de vagabundos?

El detective aún bañado en furia movió sus ojos rápidamente, en lo que parecía ser una respuesta que si bien, ya había sido contestada con anterioridad, John quería confirmarla.

—Si... —respondió momentos después.

John bajó su brazo y una sonrisa burlesca se dibujó en su rostro.

—¡En serio! —chilló—. ¡¿Me estás diciendo, no, me acabas de confirmar que todo este tiempo, has tenido a una mujer de tu red trabajando en esta casa?!

—Si —respondió Teresa con obviedad.

John observó a la mujer, luego a Sherlock, y siguió así por unos momentos hasta que una enorme carcajada se detonó. La casa se había inundado en la más aterradora risa sarcástica de John Watson. En la sala de estar Elizabeth y Bell habían detenido la sesión de violín debido a la impactante risa y Sarah salió de su habitación al escuchar qué era lo que estaba pasando. El sonido de unos tacones se hizo combinación con la risa de John, y Sherlock rápidamente bajó el brazo de Teresa y lo escondió detrás de él.

—¡¿Qué demonios pasa aquí?! —demandó Sarah.

John bajó el tono de su risa y volteó la mirada.

—Discúlpeme Sarah... —respondió mientras su risa se ahogaba— es solo que... —Sherlock observó desesperadamente a su amigo mientras Teresa se mostraba confundida—. Es solo que, Teresa nos contó una broma y... estuvo demasiado buena que no pude evitar la risa.

Por la entrada de la estancia Elizabeth y Bell seguían mirando desconcertadas. John trató de controlar su risa mientras todos los ojos se posaban en él; logró calmarse y con una enorme sonrisa miró a todos.

—¿Ya está mejor Doctor? —cuestionó Sarah.

—Sí, discúlpeme.

Sarah suspiró amargamente, se dio la media vuelta y retomó al segundo piso. Liz y la niña se mantuvieron contemplando el momento.

—¡Oh sí! —Exclamó John—, interrumpí la clase. Lo siento, lo siento por favor prosigan.

Ambas extrañadas retornaron a la estancia y la clase prosiguió. Teresa logró zafarse del agarre de Sherlock y masajeó su brazo.

—¿Qué diablos le pasa? —preguntó al detective.

—¿John?

—Sherlock, ¡oh Sherlock! —Exclamó aun con leves risas—. He notado que, últimamente, existe poca comunicación entre nosotros.

—¿Está celoso o perdió el juicio? —cuestionó Teresa curiosa.

—John —ignoró Sherlock a la mujer—, la mala comunicación no tiene nada que ver con que ella este encubierta.

—¿Desde cuándo has estado aquí Teresa? —preguntó mientras se cruzaba de brazos y le observaba.

—Una semana antes de que llegara la niña.

—Ok... ¿Algo más que no me contaras?

—Ha tenido a varios de nosotros vigilando esta zona y Hampstead.

John arqueó una ceja.

—Gracias Teresa —respondió Sherlock molesto.

—Tú y yo tenemos que hablar.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now