❝Era dueña de una cascada de ondas rubias que crecía hasta la curva de su diminuta cintura y, de dos joyas azules que bajo aquel intenso parpadeo perpetuo electrizaban. Era dueña de un vaivén de caderas, que provocaba erecciones en miradas perversas...
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Dante admiraba a su cuñada desde el otro lado de la ventana.
Era dueña de una cascada de ondas rubias que crecía hasta la curva de su diminuta cintura y, de dos joyas azules que bajo aquel intenso parpadeo perpetuo electrizaban. Era dueña de un vaivén de caderas, que provocaba erecciones en miradas perversas
Dante admiraba algo mas que aquellas delineaciones banales; estaba enamorado de Camelia, suElia. Entonces,comenzó a garabatearle una carta.
» Elia, desearía que pudieras ver más allá de la ventana, desearía que no te casaras con un déspota que no te ama. Elia, mi hermano te engaña. Vas a unir tu vida al amante de tu hermana. Si pudieras ver un poco más allá, si te atrevieras a desafiar la nueva e hipócrita aristocracia que te amarra a lo que tus propias creencias aborrece, comprenderías que soy yo quien te ama. Quizás fue solo un espejismo cuando con dolor me pedías perdón con la mirada, mientras aceptabas aquella propuesta de matrimonio ya manchada«
Con trémula nostalgia, dejó la carta sobre el buró de su cuñada.
Elia entró poco después, inhalando el particular aroma que solo ella sabía de quien emanaba, y al ver el sobre, creyó que se trataría de una faja de dólares como regalo de bodas. Con vértigo en su corazón se marchó a la iglesia, ni siquiera se inmuto, ella no se atrevió a abrir la carta...
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