Capítulo 3. A casa.

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Capítulo 3. A casa.

Bueno una mañana más, llega la hora de ir a casa, a las afueras. Después de casi una hora de metro y un agradable paseo a pie durante 4 manzanas, llego a mi chupi urbanización. Por fin hora de dormir, algo que parece misión imposible a estas horas. Gente que sale apresurada dejando una mezcla de olor a café y aftershave, unido a perfume de mujer, con demasiadas notas a melón maduro que sumado a la colonia infantil con la que se empeñan en repeinar los remolinos de los pequeñajos de caras mitad curiosas, mitad somnolientas, cuándo no berreantes, hace que me dé una arcada. Solo puedo pensar en mi cama.

Esperando el ascensor me cruzo con mis vecinos, los que tienen un “hijo del diablo” de 4 años, que sale disparado como si le faltara tiempo para rodar por la rampa de acceso de minusválidos. Sara, la “madre del diablo”, me saluda con sus eternas ojeras, “otra mala noche”, imagino… Camina como los zombis de Walking Dead, despeinada, intentando alcanzar a su hijo, aun así, con su descuidado cuerpo y su mala cara, destila un algo especial, “bien arregladita y descansada debe estar muy guapa” pienso mientras veo palidecer a su marido, que aparece en el ascensor detrás de ella.

Raúl, el padre del diablo, se pone un poco nervioso, aunque lo disimula bastante bien. Mucho mejor que  el día que nos conocimos que se enteró todo el bloque que nos fuimos juntos de la fiesta, aunque nadie puede afirmar que pasara nada más que, que nos fuimos en el mismo ascensor. Su mujer tampoco se enteró, al parecer, afortunadamente para él…

En mi chupi-urbanización todos los 4 de julio se organiza una barbacoa en la piscina exterior para celebrar el día que el complejo fue inaugurado, una tradición demasiado pija para mi gusto, por no hablar de la coincidencia que tiene con el día de la Independencia de los Estados Unidos... Yo voy cada año desde que vivo aquí y llevo mi pastela árabe que tanto gusta y cuya receta tengo que agradecer al mes que pasé en Marruecos con Rachid… Aunque eso es otra historia...

El caso es que el año pasado era la primera vez que venía la familia del Diablo, que acababan de mudarse, así que se presentaron a toda la vecindad, Sara se dedicaba a dar la receta de una exquisita tarta de queso y mermelada de fresa que había traído, mientras que Raúl se pasaba ampliamente con las sangrías y los cubatas. Por su parte, el pequeño Diablo, sacó de quicio a su madre, a la Señora Aigner y a su sobrino, que estaba de visita, y por no extenderme demasiado enumerando a cada persona, lo puedo resumir diciendo que estuvo dando por saco a la mayor parte de los vecinos durante todo el día y lo remató cuando le vació en la cabeza su madre, solo por la diversión de ver cómo caía a favor de la gravedad, una mezcla de culos de cerveza, sangría, huesos de aceituna y cabezas de langostinos… Pobre Sara, menudo grito. Si bien hubiera podido, lo habría desintegrado con la mirada láser de Superman allí mismo. Se excusó sin palabras. Todos contuvimos la respiración. Cogió al niño del brazo, miró a su marido impertérrita y desapareció.

Raúl se quedó por allí pidiendo disculpas por el comportamiento de su hijo, un poco tajado, hasta que casualmente empezamos a hablar. El pobre me contó lo mal que lo estaban pasando desde antes, incluso, de la concepción, ya que tuvieron problemas. Un par de abortos. Tratamientos de fertilidad improductivos. Sara pasó por una depresión. Hasta que después del segundo intento de fecundación in vitro, se quedaron “embarazados” y a los 7 meses nació el pequeño Nico, prematuro, casi dos meses de incubadora y hospital… Tan rubio como su madre y con los ojos azules del abuelo paterno. Pero no quedaba todo ahí. Las noches en blanco, cólico del lactante. El cansancio acumulado. Las visitas al pediatra, niño sano y las vacunas. Sara perdió su trabajo. Las discusiones. Los problemas de pareja. Y para colmo, el niño, había heredado la mala leche de alguna suegra, aunque no estaban de acuerdo en cuál, personalmente, creo que la de ambas. Y eso estaba minando irremediablemente a las personas, la pareja, la relación, todo. Estaba bastante destrozado…

Soy adicta al sexo Wattys 2014Where stories live. Discover now