Isadora no tuvo que esperar mucho más pues mientras se desataba una de las últimas tormentas del verano, Remus apareció empapado de pies a cabeza en la puerta trasera.

- Hola, Isa - dijo mientras secaba su ropa con la varita.

- ¿Por qué no me dijiste que ibas a ir a ver a Sirius?, podría haber ido contigo Remus y no me mires con esa cara, ¿Dónde más podrías haber ido? Te envié a mi lechuza con un mensaje y aún no volvió.

- Lo lamento, es que...

- ¿Lo lamentas?, ¡Yo tenía derecho a verlo!, ¿Por qué tú si sabes dónde está y yo no?

- ¡Déjame hablar! Era lejos y si venías estaba la posibilidad de que alguien lo descubriera, ya viste lo que pasó el otro día con la marca tenebrosa... deben pensar que él lo hizo, están alerta a todo.

- ¡No tienen idea de dónde está Sirius! ¡Y yo tampoco! – gritó exasperada

- Shhh

- ¡No me chistes!

- Alguien podría escucharte, estás siendo imprudente. Si te calmas hablaré contigo.

- Sólo quiero que me digas dónde está, ¿Por qué no le interesa qué sucede conmigo? ¿Por qué no quiere verme?; Sólo dímelo – dijo Isadora con la voz ahogada de contener el llanto.

Remus guio a Isadora hasta la cocina y puso a hacer café, luego la abrazó por un momento.

- Estás loca si crees que no le importa – dijo finalmente.

- No me mientas...

- Yo no te miento, ya lo sabes. Además haberme ido no cuenta como mentira porque en realidad no dije nada. Sólo me fui.

- Eso no es divertido.

- Él sabe que estás bien, fue lo primero que me preguntó - Remus le entregó una taza de café y se sirvió otra para él.

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- No lo sé, Remus, hubiese preferido que le digas cualquier cosa, lo que sea con tal de que siguiera su vida y fuese feliz. Eso era lo que quería.

- No habría podido mentirle, después de todo lo que sucedió... supuse que ya había pasado por demasiado.

- ¿Sabes qué? – prosiguió Sirius como si hablara solo - fui tan egoísta que no quise guardarme la verdad para mí, tuve que hacerle notar que yo era inocente, ¡Todo porque no soportaba que ella creyera que yo era un traidor y un cobarde! ¡Y por mi culpa se pasó doce años sola y sin querer rehacer su vida! ¡ES TODO MI CULPA!, arruiné todo para los dos. – la voz de Sirius hacía eco en todos los rincones de una choza abandonada en el medio de la nada. Caminaba de un lado a otro escupiendo las palabras con autodesprecio - Cuando vuelvas a Inglaterra... - comenzó más calmado pero con la respiración agitada – habla con ella. No quiero que se pase la vida esperando que podamos estar juntos y en paz ¿cuáles son las posibilidades de que atrapemos a Pettigrew? ¿de que yo tenga un juicio justo? Con suerte y si no me encuentran, ésta va a ser mi situación toda la vida.

- ¿Qué se supone que debo decirle?

- Que no siga esperando – dijo con determinación, Remus suspiró con aire un tanto cómico.

- Recuerdas que suele dar miedo cuando se enoja, ¿Verdad? Dile tú si es que eres tan valiente. – Sirius sonrió con melancolía, recordándola unos segundos – además... tendría más suerte convenciendo a Voldemort de cambiar de bando. Tú no lo dejaste fácil, fue la única que lo supo estos doce años.

- Ya lo sé, fue un error

- Y uno bastante estúpido si me permites la observación.

- No necesitas enrostrármelo, dime entonces todo lo que me perdí – pidió Sirius con sequedad.

- Ya te conté mi parte, ella puede decirte el resto, no me corresponde a mí. Fue duro para los tres, Sirius. – Remus caminó hacia la salida – No creí que después de haber escapado de Azkaban te conformarías con esto.

- ¡Oye! – gritó Sirius respondiendo a la provocación. Al escucharlo Remus giró para poder verlo – Hay días en los que sólo me mueve el recuerdo de lo feliz que solía ser mi vida, aún con la guerra en medio, y la esperanza de que vuelva a ser así, aunque tenga que ocultarme con ella por meses como la última vez – dijo señalándolo con el dedo.

- Como digas... - respondió Remus reprimiendo una sonrisa.

- Todavía estoy aquí, echa un vistazo a cómo vivo ahora, ¿Esto es rendirse? Así que cierra el pico porque yo no me doy por vencido – soltó indignado. Cuando Sirius terminó de hablar, Remus desapareció.

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- ¿Eso es todo? – preguntó Isadora, inexpresiva - ¿Esa es la única razón? – Remus asintió - ¿Vas a decirme dónde está?

- No – dijo con un tono que parecía una disculpa.

- Está bien, de acuerdo. Gracias... por todo esto. No tenías por qué quedar enredado en todo este drama, tú tienes tus propios problemas. Perdóname si fui desconsiderada.

- Todo se va a solucionar, esto no durará para siempre. Ya verás – concluyó Remus impresionado con la forma en que su amiga se había tomado la noticia.

Isadora sólo respondió con una sonrisa. Luego de terminarse su café se encerró en su habitación y pasó la semana entrando y saliendo de allí sin contarle a Remus qué era lo que tramaba. Cada vez que volvía del trabajo cargaba un paquete con cosas y salía de nuevo con las manos vacías.

Una noche, cuando faltaba aún una semana para la luna llena. Isadora se presentó en la cocina con una pesada caja de madera, dentro de ella se escuchaba que vidrios tintineaban al chocar.

- Ábrela – le dijo a Remus, quien tomaba un té en bata, listo para irse a dormir. Él dejó la taza con cuidado e hizo lo que Isadora le pedía. Al descubrir el contenido sonrió como si hubiese ganado la lotería – tuve que practicar, es que Lily hacía una parte y yo la otra, pero te aseguro que no morirás – explicó soltando una risita – Además... si tomas una dosis ahora, llegarás a la siguiente luna.

- Vaya es... increíble. – Remus se sirvió una copa bien cargada de poción matalobos y aunque tenía mal sabor se la terminó en segundos – No se me ocurre nada más que decir además de gracias.

- No tienes que decir nada. Me aseguraré de que no falte de ahora en más, esto debe ser suficiente para otros dos o tres ciclos.

- Te ayudaré a prepararla

- No es necesario, de verdad.

- ¿Esto fue lo que hiciste todos estos días? – dijo  señalando una botella. Isadora negó

- Mira esto – sacó de su bolsillo lo que parecía un medallón muy grueso. Cuando Remus lo examinó se dio cuenta de lo que era.

- Es el que le regalaste a Sirius – susurró

- Lo hice pedazos hace un tiempo, porque no revelaba la ubicación de Azkaban. Junté las piezas y lo reparé con magia e infinita paciencia. Supongo que funciona. No deja de apuntar al sur, y si giro también se mueve la aguja, ¿Ves? – se alcanzaba a leer el nombre de Sirius en lo que parecía un híbrido de reloj de bolsillo y brújula. A Isadora le brillaban los ojos fascinación.

- Bueno... supongo que funciona entonces, pues marca en la dirección correcta – admitió Remus – Pero creo que eres suficientemente responsable para no hacer un viaje tan largo y que llamaría tanto la atención. Además estoy seguro de que no arriesgarías la seguridad de Sirius revelando su ubicación al ministerio por error... - decía como si fuese obvio - ¿O no?

- Ay, cállate. Ya te conozco esa estrategia de persuasión.

- Pero igual funcionó – declaró triunfante – ¡Hasta mañana!

Sirius Black: el velo de la muerte¹Onde histórias criam vida. Descubra agora