El peor grupo

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— ¡Chicos, silencio! — gritó Ruth por enésima vez en aquel escandaloso salón, cada quien hablaba y gritaba solo por el hecho de poder hacerlo pero nadie prestaba atención a lo realmente necesario; organizarse para la graduación.

A algunos les interesaba lo que era el traje, el color y los zapatos que se necesitarían para el gran y último evento que tendrían juntos pero, como siempre, los grupitos de la parte trasera parecían enfocarse más en asuntos de importancia nula que en cómo deberían de presentarse en su graduación.

—Bien, ¿quién quiere que el color de la mascada sea rosa palo? — Más de la mitad del salón dio su voto a favor — Ok, ahora...

—Hey, yo también quiero votar ¿por qué solo toman en cuenta a las mujeres? — Maia escuchó el reclamo de Irving pero prefirió no voltear a ver, eran tan molestos los hombres.

—Mmm... Mejor cállate... — dijo Pablo, uno de los menos sensatos del salón, ese compañero que habla y habla y que todos hemos tenido alguna vez que soportar.

El chirrido de una butaca hizo que todos, hasta Maia que no se molestaba en hacer tal cosa, voltearan a ver al grupo de hombres de la parte trasera.

El profesor Alejandro se encontraba a tres filas de los dos chicos que ya estaban diciéndose insultos, todos gritaban que se calmaran que no era para tanto pero nada resultó. Uno empujó al otro y ese otro tiró un golpe hasta que, de estar en la parte de atrás, empujaron todas las butacas que había a su paso hasta llegar a la parte delantera donde, al final, el profesor Alejandro y dos chicos de la clase los lograron separar.

Todos estaban de pie, miraban expectantes la situación y nadie sabía qué había pasado para llegar a eso más que querer dar la opinión sobre un color.

—Es que primero que nada, nunca debiste haberte levantado, Irving — todas las miradas fueron a parar al profesor.

— ¿Yo? Si fue él, yo solo quería opinar y él siempre está con sus cosas. ¿Qué tiene de malo que yo quiera opinar?

—Eso no es cierto... — se defendió Pablo pero ahí fue cuando todas, todas las chicas del salón comenzaron a decir que eso no era cierto, que Pablo siempre hablaba solo por hablar.

Era cierto, pero él no lo aceptaría.

—Pablo es Pablo — dijo el profesor enfatizando aun en medio de ambos chicos —, todos saben cómo es él...

—Sí profe — habló Maia ya irritada —, pero todos estamos de acuerdo con que Pablo habla sin saber las cosas y no debe de meterse en otras tantas. A él qué le importaba.

Tras una amenaza de Pablo a Irving y viceversa, todos regresaron a sus lugares, el profesor se sentó en una esquina trasera junto a unas alumnas con las que anteriormente platicaba. Maia notó su ceño fruncido, como negaba repetidas veces a la nada y que sus pensamientos estaban en otro lugar, más específico, en cómo evitar que otro incidente como aquel se presentara.

Se decía que asistente directivo era el mejor grupo; serio, buenos alumnos, aplicados y demás adjetivos que alababan al grupo pero pocos hablaban de lo desunidos que eran, de los múltiples problemas que ahí se daban. Maia se había dado cuenta que ese grupo, el "1", no era más que problemas y discusiones desde la primera vez que lo pisó. Detestaba ese salón y todos sus compañeros exceptuando unos pocos que hacían su estadía un poco tolerable.

Maia tomó un post-it y escribió la que sería la próxima nota pero de inmediato la arrugó y tiró a la basura. No tenía ánimos de escribir después de un evento tan estúpido. Tantas veces se había dicho que aquel grupo era el peor en el que ha estado metida con niños idiotas sin cerebro, con chiquillas que creen que el mundo no las merece o que sientan que lo pueden todo sin saber lo básico.

Quizá soy así y no me doy cuenta, pensó Maia.

Todos terminaron de ponerse de acuerdo, o algo parecido, el profesor Alejandro se puso de pie para explicar el trabajo pendiente pero algunos alumnos seguían de pie y gritando. Maia volteó a ver a la parte trasera donde estaba Sandy, su amiga, reclamándole a Pablo y a su amigo Sergio su mal comportamiento. Respiró profundamente, no quería hacerlo pero sus nervios estaban de punta.

— ¡Sandy Bell siéntate! — medio gritó con voz seria, Sandy se volteó de pronto y gritó:

— ¡Y tú no me digas nada Maia!

Maia rio junto con otros tantos compañeros, ¿la pequeña Bell gritándole así a su amiga? eso era nuevo para todos, poco le importa que le griten aquello. No se molestó en hablarle a Sandy lo que restaba del día, ni el siguiente... ni el siguiente.

No es como que muera si otra persona me deja de hablar.




¿Qué creen? Sip, se agarraron a putasos en mi salón 😂

Y sí, también Sandy (así se llama en la vida real) se enojó conmigo porque le dije que se sentara y se callara, es esa chica de la que hablé en una nota, a la que no le podía decir que me gustaba el profesor, tengo como cinco o seis días sin hablarle.. y ni crea que le hablaré, el orgullo ante todo jajajaja ok no xD

¿Saben? Creo que desde que comencé a narrar esas notas sobre lo que pasa en mi día (porque la mayor parte es cierto) me han pasado cosas que ni al caso como lo de Sandy o como que casi me matan hace dos días :v

Dejaré mis chismes para otro momento... ah y casi, casi hago la primer nota a mi profe de verdad jajaja pero me eché para atrás.

Hasta la siguiente nota, son los mejores lectores 💙

Adivine Quién SoyOnde as histórias ganham vida. Descobre agora