Deliciosa locura

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- Si quieres te puedes quedar aquí – que estoy haciendo, él ya estaba fregado desde antes que la chica perdiera sus recuerdos, la tenía tan metida en sus pensamientos, su hermoso cabello negro que danzaba con el viento, lo veloz y certera que era cuando hundía sus cuchillas en la nuca de algún titán, su coraje, su valentía, le encantaba que lo desafiara con la mirada, le encantaba cuando entrenaba y tras poner a su oponente a tragar tierra lo mirara con la cabeza en alto y una mirada tan intensa como diciéndole "algún día ese serás tú" miarda que tan estúpido podía llegara a ser

- ......- la chica lo pensaba, no quería encontrarse con hanji en estos momento, no quería responder cientos de preguntas, pero no sabía si aceptar su propuesta, no era que le desagradaba y no cree que el sargento valla a cometer un acto indebido, pero su corazón se exaltaba sin razón y eso la avergonzaba, temía que él se diera cuenta, pero sin darse cuenta sus ojos buscaron los de él y no pudieron hacer nada más que soltar un- está bien – demonios, se olvidó que estaba sucia por el árbol y la casi caída de cuando trepo el muro – puedo darme una ducha

- ..- su vos era tan tímida, como si estuviera avergonzada – claro – le señalo el baño privado, siendo el sargento podía dase ese lujo, sin más, ella se levanta del sillón y se encamina al increíblemente limpio baño, se dio una ducha rápida pero no por eso menos placentera, al terminar se da cuenta que ese día había cometido varios errores y el más tonto fue ducharse sin tener ropa limpia que ponerse, se fijó bien y sobre el lavado había un poco de ropa, al parecer el verde-oliva le había dejado un poco de su ropa para que se cubriera

Saliendo del baño veo al sargento, está parado alado de la cama sin camisa y la luz de la luna que se infiltraba por la ventana me dejaba ver su increíblemente y muy bien formado torso, su cuerpo era de un hombre, uno de verdad, mierda.

parece que no se ha dado cuenta, está muy metido en el libro que está leyendo, lo cierra y se da la vuelta para dejarlo en una pequeña mesa dejándome ver lo firme y ancha que es su espalda y ya no era yo quien controlaba mi cuerpo, empiezo a caminar lentamente en su dirección y al quedar detrás de él extiendo mi mano para posarla en su espalda y llamar su atención pero antes de lograrlo la mano del hombre me sostenía de la muñeca, suave pero firme, se volteo y me miro de pie a cabeza, cargaba una camisa que me quedaba hasta los mulos, cubría lo necesario , tenía un par de botones desabrochados dejando expuesto mi cuello y arremangada las mangas hasta los codos, no decíamos nada solo las miradas se hacían presente, sus ojos ardían y hacían que me quemara, la mano que me sujetaba subió hasta entrelazarse en mis dedos, llevándome hasta la cama, se abrió paso para que me acostara primero seguida por él, no nos dábamos la espalda, nuestras miradas no se despegaban, él me cubrió con una manta deslizándose suavemente por mis brazos hasta mi hombro para dejar la manta hay, cada rose me hizo estremecerme, ya no podía más, acerque mi rostro hasta que nuestras narices se rozaran, y atrape sus labios con los míos, era un beso lento, suave, dulce que se fue tornando salvaje, apasionado, húmedo. era todo una adicción, no quería separarme de él, pero la necesidad que exigía los pulmones por un poco de aire se hacía presente y a regañadientes me separe, en el proceso de estabilizar mi respiración me di cuenta de la deliciosa locura que había cometido, sentía que me ardía la cara así que solo cerré mis ojos, todo era tan confuso, se supone que es mi superior, no debía de hacer eso, sentía como su mano me acariciaba la cabeza y me llevaba hasta su pecho, deje de pensar y solo me acurruque en él, aspirando su delicioso aroma y el contacto tan cálido me hizo relajarme, me sentía tan segura.

En la mañana siguiente me desperté y lo primo que vi fue un hombre dormido a mi lado con una expresión de paz en el rostro, era tan relajante verlo dormir, pero tenía que salir de ahí, si alguien nos veía se haría una telaraña en la cabeza, salgo despacio de su cama y recojo mi uniforme, con pasos silenciosos me acerco a la puerta y antes de salir le doy una última mirada.

él seguía sin moverse, su cabello revuelto sobre la cama me hicieron soltar una pequeño suspiro, sin más salgo de su cuarto y me apresuro al mío ya que la ropa que cargaba puesta no era la más indicada para estar en los pasillos por suerte era temprano y nadie me vio, entro y me tumbo en la cama, me cubro de pies a cabeza como si alguien me estuviera viendo y yo queriendo ocultar un sonrojo que sabía que tenía en mi rostro, suspire y me dormí un momento más.

El sargento se despertó al sentir un rayo de sol en el rostro y lo primero que quería ver era a la morena de rasgos asiáticos pero esta ya no estaba, la busco por todo su cuarto, en el baño y nada, suspiro y se tumbó en la cama recordando sus cálidos y suaves labios, pero no quiso ilusionarse ya que ella lo hacía porque estaba confundida.

Levi ya arreglado para su día de entrenamiento pero primero tenía que desayunar ya que sería un día largo, tendrían que entrenar duro para que la baja que se dio en la última expedición no se vuelva a repetir. 

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