MARIPOSAS EN EL ESTÓMAGO

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- Jane, hija. Ya es tarde para seguir dormida.

- Mamá, por dios. Déjame dormir cinco minutos más.- ruego a la mujer que se encontraba de pie, mirándome con regaño.

- No, venga seguro que tienes cosas que hacer. Iré a hacer el desayuno, te doy diez minutos.

Dicho esto, sale de mi habitación dejándome sola.
Después del abrazo de anoche nos contamos un montón de cosas, ella ya sabe todo sobre Matt, aunque no sé todavía qué somos ni nada. Pero lo importante es que estaba dispuesta a ir recobrando la confianza con mi madre, lo necesitaba.

Directamente entro al baño y me doy una ducha rápida, me visto con un chándal y bajo con el fin de encontrar algo del desayuno preparado. Me estaba muriendo de hambre.

Pero al bajar no encontré nada encima de la mesa, solo encontré a mamá con el ceño fruncido.

- No encuentro los huevos, y quiero desayunarlos.- me dice cuando le preguntó porqué tenia esa mala cara.

- Entonces voy a comprarlos a la tienda de aquí. No tardo.

Salgo de mal humor a la calle, mi estómago pide comida y la necesito. Por ello me doy más prisa para comprar los necesario para el desayuno. Luego de unos minutos, cuando tengo todo lo necesario, me encamino a casa.

- Hola, preciosa.- me doy la vuelta para ver de quien se trataba. Era Matt.

- Hola niño- le sonrío. Él se acerca a mi y me besa la mejilla. Sonrío como boba.

- Creía que estabas en casa de Logan.- me mira confundido.

Claro, aún no le he contado nada acerca de mamá. No tuve tiempo.

- Te has perdido muchas cosas- le digo con una gran sonrisa.- Mamá ayer fue a buscarme y decidió pedirme perdón, realmente está muy arrepentida. Así que la he perdonado, y hemos dormido en casa.

- ¿En serio?- su aspecto neutral no me dejaba ver si esta emocionado por la noticia o no. Pero luego una de sus bellas sonrisas me resolvieron la duda. - Eso es genial Jane. Me alegro mucho.

- Gracias. Por cierto, vente a desayunar con nosotros- formo un puchero.

- No, no. Es mejor que habléis y estéis solas.

- No, no. Vente- le cojo de la mano y le arrastro por la calle hasta llegar a casa.
Toco la puerta y tras unos segundos mamá la abre.

Su expresión fue de sorpresa, pero una sorpresa bonita.

- Va a desayunar con nosotras. No ha parado de insistir.- ruedo los ojos.

- Pero serás mentirosa, enana. Tú me has obligado- me da un suave golpe en el brazo.

Mamá suelta una risa al ver la escena.

- Venga, ya podéis entrar. Dame los huevos para empezar a hacer el desayuno.- los coge de la bolsa que tenía y se marcha a la cocina.

Cierro la puerta una vez que entramos y nos sentamos en el sofá.

- Que raro que aún no hayas desayunado. Tu estómago es demasiado estricto con la comida.- me río por la razón que tiene.

- Ya, lo sé. Me encanta que me conozcas tan bien.- le regalo una sonrisa dulce.

Este chico cada vez me gusta más. Y no puedo evitar expresarlo.

Él me atrae hacia él y me hace recostarme en su pecho.

- Te he echado tanto de menos. Tu locura ya es algo que necesito.- inspira profundamente.- Cuando te vi inconsciente sobre ese banco, me sentí demasiado mal. No quiero que nunca más hagas algo así.

LO QUE LLAMAN AMORWhere stories live. Discover now