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Cada día, cada noche, a cualquier hora,
En cualquier lugar.

Recuerdo como la brisa templada del aliento rosaba por tu llanura y los humedecía hasta hacerlos un verde y bello campo, rebosante de vida. ¿Acaso esos ríos que salían de tu fuente tímida y poderosa se me negaron alguna vez? Yo he bebido directo del amanecer y he visto caer la sanidad y pureza tras tus montañas, donde no queda más que el rugido del deseo que ambos compartimos, que ambos vivimos...
que compartimos hasta el amanecer y refrenamos de nuevo hasta la caída de la cordura al anochecer.

¿Arrepentirse? ¡Jamás!Where stories live. Discover now