Disculpas y más disculpas.

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—Cometió una falta.

—Sólo fue una travesura.

—¿Te parece?

—Nadie salió herido por eso, pude acusarle, pero no lo hice; lo tomé como una broma.

La ceja de Omar se elevó y cuestionó, —¿Te reíste de ello?

—Ahora sí.

El beta mayor suspiró, con una seña le indicó a su sobrino que se retirara y luego volvió su atención de nuevo a Duncan, —si te preocupa la naturaleza de la sanción, te aseguro que puedes estar tranquilo; no se le impondrá algo con lo que no pueda cumplir.

—¿No será exiliado o flagelado?

—¿Acaso piensas que somos unos bárbaros?

—Más bien unos cerrados de mente y cabezotas— miró rápidamente a los demás betas presentes que habían estado de espectadores, antes de aclarar, —pero solo algunos.

—No abuses de tu buena racha— le advirtió Omar con seriedad; Duncan comprendió que ya se estaba excediendo y mejor cambió de tema.

—Bien, entonces si no hay más que decir, me retiro— cabeceó a manera de despedida, disponiéndose a salir del salón.

—Puedes permanecer en Muna el tiempo que desees— le dijo Omar, —e integrarte al equipo de nuevo, no eres el único que está dispuesto a continuar sin resentimientos.

—Gracias, pero eso lo tendré que discutir con Jared.

.

Jared inmediatamente miró hacia la puerta cuando esta se abrió, y cuando vio a Duncan atravesar el umbral sus hombros se relajaron, solo entonces se percató de lo tenso que había estado. Antes Alex había salido, muy serio, sin mirarle, más bien había parecido querer huir del salón, pues caminó con rapidez hacia las escaleras y se esfumó.

—¿Todo está en orden?— indago Jared entre curioso e intranquilo.

—No me obligarán a regresar a casa pronto, Johan está en buenas manos, Alex no seguirá fastidiando, así que sí, en resumen, nada de qué preocuparse.

Jared le observó un poco incrédulo, pero decidió que si Duncan decía que no había problema entonces no lo había, o hablaría de ello luego.

—Entiendo— dijo, señalando con un movimiento de cabeza hacia el elevador, —vamos, ha sido un día largo y apenas estás convaleciente.

La misma Dafne le había dicho que guardase reposo, incluso Mauricio, pero al parecer Duncan era un mal paciente.

—¿Aún crees que soy un debilucho?

—No, sólo digo que debes permanecer recostado un poco más.

—¿Qué tanto es un poco? Para mí ha sido suficiente— dijo, siguiéndole hacia el ascensor.

—Mañana tendremos una cita, tal vez demos una larga caminata por el parque, no querrás sentirte cansado.

Duncan entrecerró los ojos, —puedo tomar eso como un chantaje, ¿lo sabias?

—Probablemente sí, pero si eso hace que permanezcas en cama, no me importa— replicó y presiono el botón que los llevaría al estacionamiento subterráneo.

—¿No te importa lo que piense de ti? Vaya, creo que no soy una buena influencia— bromeó.

Jared lo comprendió y sonrió con los labios apretados, en el pasado, además de rectitud, le preocupaba el qué dirán, ahora ya no tanto.

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