Piloto

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—¡No eres más que un maldito loco!

—Déjame en paz, Max —dije asustado.

—Oh, ¿el pobre niño va a enfadarse por eso?

—Max, ya basta. Por favor —insistí.

Él cerró su puño y me impactó en el abdomen.

—¡Levántate, Cass, te enseñaré lo que es la realidad!

«¿Por qué no te defiendes?» Porque eso solo alimentará su deseo de golpearme. «De igual forma, estas en el piso por su golpe.» Lo que menos quiero es estar hablando conmigo mismo ahora. «Bueno, entonces elimíname.» No es tan fácil, nada es fácil en mi vida.

El golpe que me dio Max hizo que el aire dentro de mí saliera, así que no podía ponerme de pie tan deprisa. Cuando lo logré, intenté poner una posición de defensa pues sabía que ahora una pelea iba a iniciar, donde todos dentro del salón de clases sabíamos que yo perdería. Miré por un momento a Max, su cara egocéntrica y su sonrisa victoriosa eran la base de un chico rudo y respetable. Golpeó tres veces su pecho y comenzó a caminar hasta a mí, pero por suerte, una compañera de nuestro grupo llegó a defenderme.

—¿De nuevo tú, Max? —preguntó enojada —. Eres un completo idiota.

—Uh, ya apareció la niñera a defender al lunático —contestó en forma burlesca.

—La niñera que te pateó el cráneo en un segundo, ¿lo recuerdas?

Max se quedó callado. Su mirada cambió dramáticamente y quedó penetrada en Brisa, mi amiga.

—Solo manténganse lejos de mi vista —dijo Max y pasó a salir del salón de clases.

Los alumnos que estaban rodeando la acción, comenzaron a salirse junto con Max. Solo dos personas más se acercaron a Brisa y a mí. Otto Mosve y su novia, Jane Nielsen. Dos de los más inteligentes de la universidad. Me ofrecieron un poco de agua y para eliminar ese mal rato, salimos los cuatro a tomar un bocadillo en la cafetería nueva que estaba a unas cuadras de la universidad.

Yo soy un chico que no suele salir de la universidad en clases libres. Me quedo sentado en mi asiento, mientras miró una galería de fotografías directas de una aplicación en mi móvil o tan solo me pongo a leer algunos libros que llevo a todos lados conmigo. Uno de mis favoritos se llama "2 Cartas a Mano" de la escritora Issabel Hansen.

Finalmente llegamos a la cafetería. No le di importancia, hasta que algunos recuerdos dentro de esta cafetería llegaban a mi mente. Ya había estado aquí antes de que esta casa fuera una cafetería. Saqué de mi mochila un libro y un frasco pequeño de clorpromazina, coloqué una en mi boca y la tragué.

«¿Estas bien?» Sí, unas voces estaban ya invadiéndome. «¿Sabes dónde estamos?» Me parece familiar, pero no recuerdo ahora. «Noche de estrellas, nubes moleculares y planetas.»

Comencé a sonreír.

Mientras Otto y Jane fueron a ordenar algunos cafés y postres para todos, Brisa me tomó de la mano y comenzamos a platicar de mi salud mental.

—¿Has tomado el medicamento como lo ha dicho Lisa?

—Sí, no debes preocuparte Brisa.

—Es solo que cuando te conocí, ni siquiera pronunciabas mi nombre.

—Ya tengo dieciocho años, ya estoy más consciente —contesté sonriéndole.

—Eso es algo de lo que me preocupo, que a esta edad las idioteces de los hombres son más destacables.

Ahora ambos nos reíamos juntos.

—¿Has tenido noticias de ella? —preguntó Brisa mientras tomaba mi libro y lo veía.

Capítulo & VersoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora