MI AMIGO EL PAYASO

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Eran casi las seis de la tarde. Un cielo anaranjado servía como telón en el epílogo de la gran feria: vendedores de todo tipo de dulces, estantes de apuestas, premios, atracciones mecánicas, animales, y...

Carlos tenía 8 años, su obsesión eran los payasos, desde muy chico, desde que su padre le regaló en su segundo cumpleaños, un muñeco de un hombre maquillado y regordete que le miraba con ojos de infinito. La familia estaba por marcharse, habían pasado toda la tarde en el evento y su madre debía preparar la cena, sin embargo, los esposos se miraron aterrados al darse cuenta que el pequeño no estaba caminando junto a ellos como lo hacía siempre; vieron hacía todos lados, las personas pasaban y los rostros se difuminaban como una acuarela mal pincelada porque solo buscaban una cara, su madre estaba a punto de gritar cuando el padre se adelantó:

-Qué coño haces ahí ! anda, vámonos-Reclamó a Carlos.

El niño les miraba con enojo, era un enojo hilarante, puesto que su ceño fruncido contrastaba con los labios ya azules gracias al confite que sostenía en su mano izquierda, Con su otra mano les hizo señal de que él no se movería, no hasta que... -sacó del bolsillo de atrás: el muñeco del payaso-

Los padres del chico decidieron dar una última vuelta por el lugar, solo había una parte a la que no habían ido: el norte, el final de la feria, donde solo quedaban viejos depósitos y basura. Mientras caminaban, un olor a aserrín húmedo se hacía cada vez más patente, las dimensiones de la feria llegaban a su fin y no había rastro de lo que el niño quería. Una mujer arapienta y con la cabeza envuelta pasó por su lado <<Es ella quién huele a acerrín>> pensó el padre del chico, pues cuando la interceptó para preguntarle si había un jodido payaso en el lugar, el olor se acentuó bastante.La mujer no lo miró a los ojos, simplemente, y como si esperara la pregunta , le señaló en parte con los labios y en parte con la dirección de su rostro, una pequeña y colorida caseta justo al final de la feria.

Era un quiosco corroído, añejo, los colores que tuvo alguna vez eran otros por causa de la interperie. Al costado sur sonreía una enorme cara de payaso, pintada con aerosol y sin ninguna técnica, con unos pantalones anchos y una corbata roja. <<aserrín, huele a aserrín>> y sí, ahora el olor era más fuerte, más indigesto, no era solo humedad.

Antes de que el niño, quién al ver aquel enorme rostro dibujado corriera a golpear al pequeño quiosco , la puerta se abrió. El sonido fue seco, como el que hace la primera gota de lluvia al caer, y un hombre disfrazado de payaso le miró con impaciencia.

-Oh, se parece mucho a mí,¿ te gustan mucho los payasos?-preguntó el hombre disfrazado mientras miraba de arriba abajo al niño cuando éste le mostró su juguete.

-Sí, me gustan muchos, quiero que me hagas reir !- gritó el niño.

El payaso se arrodilló, y con una mano manchada de "maquillaje carmín" , le sugirió acercarse.

-Si quieres, dime dónde vives, yo puedo hacerte morir de risa, sé hacer muchos trucos,¿te gustaría que fuera a tu casa y te mostrara mis trucos?- el niño asintió- JE JE JE , grrrrandioso!, algún día iré a visitarte, pero ahora estoy muy ocupado , ¿sabes?...nos volveremos a ver-.

Los padres del niño se acercaron y notaron que aquel hombre estaba lejos de ser simpático y gracioso. Estaba sucio, sudoroso, el maquillaje grotesco, mal hecho <<se parece al guasón, el hijo de puta>>pensó el padre; la ropa le quedaba visiblemente apretada y sus manos estaban manchadas con aparente "pintura carmín".

-Vamos Carlos, se hace tarde y van a cerrar el estacionamiento.

El payaso dobló su cabeza como un perro que oye un silbido y le dedicó una sonrisa que, por el siniestro maquillaje, emulaba una enorme serpiente roja en su rostro.

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