EL CUADRO

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Estaba en la chimenea sentado como de costumbre pero aquella sensación era distinta que las veces pasadas. Sentía una sensación de que alguien me observaba y mi cabeza no dejaba de buscar una razón o motivo de aquel sentimiento tan desesperante, pues iba aumentando cada vez más e imponiendo su autoridad en mi mente.

De pronto todo aquello acabó después de mirar el cuadro de un joven que estaba en la pared arriba de la chimenea mirándome fijamente pero sin expresión alguna, no causaría ninguna impresión alguna si no hubiera mirado aquellos ojos ¡Maldita sea mi suerte! La confusión, la desesperación ¿Qué será todo aquello? Vuela como aquella ave que fue dado en libertad de esa jaula pero multiplicado por cien veces, la lógica, la demencia, la ciencia, el terror, la confusión no lo sé, pues empiezo a hablar incoherencia que parece ilógico pero es lógico en este momento, el lector dirá o se preguntará que estoy fuera de la realidad a que yo contestaré ¿De qué realidad hablas? ¿Cómo sabes tú que en el lugar en que te encuentras no es más un mundo o una perspectiva creado por ti? Puede ser diferente para cada persona, seres vivos o para aquel espectro que te está mirando fijamente con una sonrisa demoníaca en este instante cerca de ti, nadie lo sabe, para que vea que no estoy tan loco solamente, fíjate en la teoría de la relatividad.

El miedo ya ha llegado en este instante sobre mí pero se la está llevando el viento, pero ¿quién es aquel joven que me está mirando en frente de la chimenea? Ese no soy yo, ¡ya lo sé! Es el siguiente morador y espero que no me mire a los ojos, ¡casi se me olvida! Cuidado con los cuadros.  

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