Capítulo X "La Declaración"

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Mientras esperaba le mande un mensaje a Daniela -¿Estas?- Le pregunte. No me respondió, le mande el mismo mensaje a Eduar -Bebé, discúlpame estoy ocupado- Me respondió en seguida. Me habían evitado todo el día, fui a la cocina, prepare chocolate y me senté en el sofá.

Estaba sentada, sola, hace mucho tiempo que no estaba sola. Recuerdos llegaron a mi cabeza, comencé a recordar, mi infancia, mi vida, amigos, Él y Mauricio. Muchos recuerdos pasaron uno por uno en mi memoria.

Comencé a sentirme mal, me sentía mal, miré mi reflejo en el espejo y me vía triste, enferma. Lágrimas empezaron a caer de mis ojos, volvía a decaer, la depresión volvía, fui a mi habitación y busque mis pastillas.

Revisé las gavetas de mi habitación, no las conseguía, me dirige a la cocina, siempre guardo unas ahí. Me comencé a sentir peor, mi vista se iba, estaba mareada, me iba hacia los lados. Llegue al pasillo y caí, desmaya en medio de él.

Estaba todo listo para mi declaración, en mi cena con Samanta, solo faltaba algo, ella. Estaba impaciente por que llegara la hora.

Estaba como niño que espera el día de su cumpleaños.

Me termine de acomodar, deje todo listo y fui a su departamento a buscarla. Toque y no habría, estaba la puerta abierta, eso era raro.

Decidí entrar, ella no estaba en la sala, ni en la cocina -¿Donde estas pequeña- Grite, pero ella no contestaba. Fui hacía el pasillo y la vi, ahí desmayada.

Como un ángel caído del cielo.

La cargue y la lleve a su cama, llame a Daniela y a Eduar, llegaron en seguida.

Al verla, supieron que tenía, Daniela corrió a la cocina y Eduar al baño -¿Por qué no nos dijo nada?- Grito Daniela -No lo sé- Contesto Eduar, yo estaba ahí junto a ella, viéndola en la cama, confundido.

Daniela entro a la habitación con unas pastillas y Eduar con un paño húmedo -¿Para qué son las pastillas- Pregunte, me ignoraron, Eduar le coloco el paño en la cabeza y Daniela coloco las pastillas en su boca -Mauricio, busca agua por favor- Fui a la cocina y busque un vaso con agua, se lo dieron e hicieron que se tomara la pastillas.

A cada momento Eduar remojaba el paño y se lo colocaba en la cabeza.

-¿Me pueden decir que está pasando?-, -¿No sabes?- Me dijo Daniela extrañada -¿Qué?-, -Samanta sufre de depresión-, -Eso lo sé, pero ¿Que le paso?-, -Tiene que tomar sus pastillas diariamente si no se las toma, se desmaya-

Eduar estaba mojándole el paño -Es por tu culpa- Susurro -¿Mi culpa?-, -Si, si no nos hubieras dicho que la ignoráramos, mientras te ayudábamos no hubiera decaído-, -No sabía nada sobre las pastillas-, -¿¡Así te haces decir su mejor amigo y quieres estar con ella!?-, -¿Acaso estas celoso?- No contesto, en eso Samanta despierta.

-¿Pueden dejar de pelear?- Dije mientras terminaba de despertar -¿Estás bien mi amor?- Pregunto Eduar, abrazándome -Si, estoy bien- Miré a Mauricio estaba junto a mí, preocupado y un poco triste -¿Que tienes?-, -¿Por qué no me dijiste de tus pastillas?-, -Solo no quería preocuparte-, -Esto me preocupo, debes decirme las cosas que son importante en tu salud-, -Ya estoy mejor ¿Podemos cenar?- Me miro y sonrió -Si, cenemos pequeña- Me contesto mientras me levantaba.

Terminamos de cenar, todo era hermoso, las luces, las velas, la luna, él. Lo tenía frente a mí, no podía quitar mi mirada de él, lo estaba detallando, toda facción de su cara -Estas hermosa pequeña- Dijo sonrojado, me sonroje y aparte mi mirada.

Todo salía a la perfección, todo era hermosa, ella, ella era hermosa. La luz de la luna se reflejaba sobre su piel, la piel más clara que hubiera visto. Tal vez... Así es la piel de un ángel, la admire lo más que pude, pero ya era hora de mi sorpresa.

-Espera un momento- Me dijo, mientras se retiraba de la mesa, estuve un momento sola y luego entraron Eduar y Daniela cargando una gran pancarta, mas atrás venía Mauricio con un oso gigante -¿Quieres estar conmigo?- Dijo Mauricio, lo mismo que decía la pancarta, estaba sin palabras.

Mire mi reflejo en la copa de vino y me vi ahí sentada con una gran sonrisa en la cara, mientras lloraba de felicidad.

-Si- Respondí, mientras me levantaba a abrazarlo. Él me agarro por la cintura y me beso, estaba llorando, al igual que yo, lloraba de felicidad. Daniela y Eduar nos abrazaron, Daniela se veía feliz, Eduar no tanto. Estábamos festejando cuando tocan la puerta, Eduar se dirige a abrirla.


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