Capítulo 7: La cita del Yin y el Yang.

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Era mediodía de sábado y el clima parecía bastante agradable. El cielo estaba completamente despejado y la temperatura se encontraba templada, por lo que no hacía ni frío ni calor. Uno podría andar con una camisa de manga corta sin problemas, pero también con una de manga larga delgada. El clima se prestaba para traer ropas simples y salir a pasear. Inclusive el verde pasto parecía bastante cómodo para recostarse en el.

Aquel joven de ojos carmesí se vestía con rapidez, al par que acomodaba algunas cosas en una mochila color roja. Aquellas cosas que, pensaba él, podría necesitar estando allá afuera. Tal cual, como si fuese una dama alistándose para un evento sumamente importante, acomodó los posibles vestuarios antes de arreglarse por completo. Pese a haber tardado algunos minutos, acabó por usar un pantalón de mezclilla con algunas rupturas, una camisa de manga corta color negra y a la cintura, amarrada de las mangas, una camisa de cuadros roja con rayas negras. Se colgó la mochila de los hombros y bajó con velocidad las escaleras, sin asegurarse de que la puerta de su habitación estuviese cerrada, pues se encontraba bastante ansioso.

Dio un pequeño brinquito desde el último escalón y se dirigió hacia la entrada solo para hincarse y, tomar sus converse color rojo y de cintas blancas. Estaba apenas atándose el izquierdo, cuando de pronto escuchó algunos pasos acercarse.

̶  ¿A dónde vas? ̶  Cuestionó con seriedad.

̶  Voy a salir por unas horas.

̶  Esa no fue mi pregunta. ̶  Suspiró y se cruzó de brazos, recargándose en una de las paredes.

̶  Ese no es problema tuyo, Choromatsu.  ̶  Terminó de amarrar su cinta y se puso de pie. Acomodó su mochila nuevamente y tomó la perilla de la puerta.

̶  Vas con el delegado, ¿verdad?

El silencio se hizo presente por, al menos, dos minutos aproximadamente. Osomatsu giró la perilla y salió de inmediato, sin despedirse.

Aún era temprano para dirigirse al lugar acordado con Karamatsu, así que decidió pasarse un rato a la florería donde Karl trabajaba. Sabía que se aproximaba la hora de su descanso, así que podría charlar con él al menos un rato y sin problema alguno. "¿Uh? El libro ya no está", pensó cuando caminaba justo al frente de aquella librería en donde había visto aquel libro mediano que captó su atención. "Alguien probablemente ya lo compró", se afirmó a sí mismo y continúo su camino directo a la florería.

̶  ¡Osomatsu! ̶  Exclamó con entusiasmo el de mandil azulado  ̶  Creí que hoy descansabas del trabajo.

̶  Ah, sí, es así. Es sólo que... ̶  Sus mejillas se ruborizaron de inmediato y las manos parecían temblarle un poco al pensar en ello  ̶  Hoy saldré a pasear un rato.

̶  Ya veo...  ̶  Se encogió levemente de hombros y suspiró. Sabía perfectamente de qué se trataba aquello, pero prefirió callar; aunque le preocupaba el asunto que había tratado con el delegado anteriormente  ̶  Bueno, el día está bastante agradable. Espero que puedas disfrutar del clima, Senpai.

̶  Sí, es verdad. Parece que será un día bastante cálido. Eso es muy bueno para mí porque, ¿sabes? Siempre he preferido los días cálidos. ̶  Estiraba sus brazos y enderezaba su espalda.

̶  Lo sé...  ̶  Respondió casi para sí mismo. Aquel pequeño sabía mucha información respecto a quien tenía frente a él.

̶  ¿Eh?

̶  ¡Ah, no es nada, Senpai! ̶  Tomó la pequeña regadera para rosear los tulipanes que tenía en frente  ̶  Y, ¿qué te trae por acá, entonces?

EL INTELECTUAL Y YOWhere stories live. Discover now