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Durante las largas vacaciones de fin de curso no me vi con Laura, un tormento de más de dos meses, donde ella se fue con su familia a visitar a unos tíos y yo me fui a visitar a mis abuelos, pero hablábamos todos los días por mensajes y nos mandábamos fotos de lo que estábamos haciendo.

Los días me pasaban lentos sin la sonrisa de Laura para alegrarme. Verla en una pantalla no era lo mismo que tenerla en frente.

—Samuel, deberías hablar con ella—insistía Gabriel, el vecino de mi abuela, era lo único de lo que hablaba desde que le confesé de mi enamoramiento—. Los abdominales están sobrevalorados, las chicas buscan ahora a un hombre, con los pantalones bien puestos, que no tenga miedo de invitarlas a salir, de buscarlas. Son feministas y buscan un macho alfa al que puedan domar.

—Menos mal que esta conversación no está siendo grabada, porque la cantidad de ofensas que dijiste en una sola frase, te costaría la cárcel y quizás un testículo... muchas feministas querrían arrancarte eso de "macho alfa" que dices tener.

—¿Crees que las chicas que consigo lo hago con mis abdominales?. No voy por allí desnudo. Lo hago porque las hago sentir especial, únicas, que solo ellas me vuelven loco y que solo ellas serían capaz de "domarme".

—Claro, porque tu sonrisa perfecta, tus brazos formados, tu cabello... no ayudan para nada.

—Claro que ayudan, pero si Dios no te lo dio a ti, debes esforzarte con lo que si te dio. Tienes una buena sonrisa, eres agradable, inteligente, gracioso.

—Pero ¿y si ella...-

—¿Pasarás toda la vida preocupante por lo que ella pudiese decir?. Pensé que no te importaba lo que la gente habla de ti.

—Pero ella no es "gente", es Laura. Mi Laura.

—Samuel, bro, no es tu Laura. Es la Laura de otro porque tú no te atreves a hacer nada al respecto. Te quedaste en la friendzone sin ni siquiera luchar. Es como que te escogieran para un grupo y tú te sientas en la banca sin que nadie te mande.

—Tú lo haces sonar muy fácil.

—Escucha, ideemos un plan. Ciertamente no puedes llegar a decirle a Laura "Te amo y humedeces mis noches", pero si debemos buscar un punto medio.

—¿Qué propones?—escuchar su idea tampoco me mataría.

El GordoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora